CINE: EL IDIOMA UNIVERSAL de Matthew Rankin

 

Canadá 2024

Matthew Rankin. Danielle Fichaud. Sami Soleymanlou. Pirouz Nemati. Rojina Esmaeli. Shoban Javadi. 

En un lugar entre Winnipeg y Teherán..... así comienza la sinopsis de esta extravagante y hermosa película. ¿Podemos encontrar ese lugar? un territorio nevado donde conviven el parsi y el francés. Donde los pavos viajan con billete en un autobús y pueden robarte unas gafas. Donde los guías turísticos enseñan maletines abandonados en paradas de autobús....

Rankin genera un espacio que, desde la abstracción, se habita por referencias conocidas y otras sorprendentes. Que remite a la extraña poesía de Roy Andersson pero también al colorido y la ingenuidad del universo Disney, la sencillez de Kaurismaki, y el humor triste de un Chaplin o un Tati.

Visualmente es un cuadro en movimiento, una colección, donde una estética arquitectónica se configura sin prisas con perspectivas inesperadas, geométricas y frías, que dejan pequeños espacios para el calor de la soledad humana.

Ahí nos cuenta una historia circular con varias líneas paralelas, una de ellas, la de unos niños intentando ayudar a un amigo, la otra, la de un hombre que regresa a los lugares de su infancia. Las dos confluirán en un mágico escorzo tan encantador como inteligente. Los diálogos se estructuran alrededor de lo básico y, por lo tanto, aparentemente sencillo, escondiendo interpretaciones tan abiertas como infinitas.

Decir que esta película ha sido una sorpresa es algo reiterativo porque lo sorprendente es la esencia de Rankin. Cada plano es diferente al anterior y cada paso de la historia es inesperado. Todo es nuevo pero sin embargo está empapado de un aire vintage. Creo que las palabras que mejor lo definen son valentía, riesgo y, por supuesto, una infinita libertad.

Creo que Rankin nos habla del desconcierto del ser humano contemporáneo ante una Babel de lenguajes y culturas, donde lo único que es universal son las historias que apelan a lo más simple.

Me he sentido encantado dentro de esta película. No me ha costado entrar y asumir sus códigos sabiendo que nunca serían completos. Es un cine consciente de si mismo y coherente, también a la hora de moderar su exuberancia imaginativa y no ir más allá de los noventa minutos por lo que nunca llega a derrapar. Casi perfecta por lo tanto.

Hay una última reflexión. Poder verla está directamente relacionado con el hecho de que las plataformas nos ofrezcan multitud de estrenos que, en otro caso, nunca estarían a nuestra disposición. No significa olvidarnos de las salas, pero sí abrir otra puerta inmensa para que podamos acceder a creadores tan singulares como este. Estemos agradecidos por esta oportunidad, y disfrutémosla. 

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