Anagrama
400 páginas
Disponible en ebook
Richard Ford ha desarrollado con Frank Bascombe una dinámica
similar a la que John Updike realizó con Harry Angstron, una colección de
novelas que, a medida que el personaje principal iba pasando por diferentes
etapas, nos contaba la historia de los Estados Unidos y los cambios
experimentados en esas décadas.
A pesar de que las novelas de Updike las tengo más lejos (
las primeras de Ford también ), tengo la sensación de que en el caso del
segundo todo era más íntimo. Frank, al contrario que Harry, llega solo a la
tercera edad, con mucho tiempo para pensar, algo que ya hacía a menudo desde
joven.
Ha llegado a un momento cómodo en su existencia. No es rico
pero no necesita nada que no tenga. Es más o menos feliz, siendo capaz de
entender la felicidad en una dimensión realista, y llena su tiempo, entre otras
cosas, con alguna pequeña ilusión amorosa bastante incongruente con su visión
algo cínica de la vida.
Su único hijo varón vivo ( el otro falleció siendo un niño y
su relación con su otra hija es distante ) padece ELA en un estadio ya
avanzado. Tras someterse a un tratamiento experimental en la Clínica Mayo, le
propone una excursión, juntos, al Monte Rushmore. Ese viaje será una
oportunidad para que dos personas, unidas por ese vínculo extraño que crea la
sangre y el amor incondicional, se acerquen, estando ambos en dos momentos
vitales totalmente diferentes.
Leer a Ford es lo más parecido a contemplar un cuadro
hiperrealista, pero además, su prosa está, cada vez más, llena de sabiduría.
Desde la reflexión, la aceptación sencilla de la vida, y, sobre todo, la
experiencia. Desde una descripción meticulosa de cada reacción, cada sentimiento.
Se mía es un epitafio triste, habla de la pérdida con es
humor que sólo surge del destino. Con la resignación de los que sobreviven. Es
tan verdad que es difícil quedarse lejos. Posiblemente narrativamente no sea
apasionante pero ¿ cuantas veces lo es la vida?. De hecho, lo apasionante es
simplemente vivir.
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