Japón 2023
Koji Yakusho. Aoi Yamada. Tokio Emoto. Yumi Asou. Arisha Nakanano. Min Tanaka. Sayuri Ishikawa. Tomokazu Miura.
El mundo del Sr Hirayama es
un mundo en apariencia pequeño. Vive en una pequeña casa perfectamente
ordenada. Profesionalmente, dedica sus días laborables, a la limpieza de los
urinarios públicos, realiza su trabajo con rigor y dedicación, su agenda está
metódicamente ordenada, el despertar, el almuerzo, la cena, la lectura… . Sus
fines de semana no renuncia al orden: aprovecha para hacer la colada, se toma una
copa en un bar y pedalea por la ciudad.
Sus días parecen organizados al detalle, sin que eso impida que la rutina se
vea interrumpida por influencias externas como su díscolo aprendiz.
Como decía al inicio, su mundo parece pequeño, y sin embargo
hay matices que nos hacen pensar que no es así, como la música que escucha
durante los trayectos en la furgoneta, manteniendo como dispositivo de emisión
los ya anacrónicos casets, los libros que lee ( y su visita a las librerías ),
las fotografías que hace y archiva, y, sobre todo, su mirada, su capacidad para
percibir la sorprendente belleza que el mundo nos dedica de vez en cuanto.
Pronto tenemos claro ( y luego se confirmará ) que Hirayama
ha elegido esta vida y está satisfecho con ella.
Pero no es ni un robot, ni un hombre con cortos horizontes.
Por eso habrá momentos en que llegue a enfadarse, otros en que pueda sentirse
sólo o desconcertado, en muchas ocasiones feliz. Entre las pequeñas historias a
las que tendremos el lujo de asistir, está su ya citado ayudante, su sobrina,
un exmarido enfermo terminal…Y el alma cambiante de Hirayama
la vamos a percibir continuamente gracias a la delicada interpretación de Koji Yakusho.
Por lo tanto, lo cierto es que podemos pensar en Perfect Days como una película sencilla y, sin
embargo, todo es un trampantojo, su apariencia esconde una elaborada
sofisticación en un contenido que pretende nada menos que hacernos reflexionar
sobre nuestras propias vidas, por un lado, haciéndonos reflexionar sobre la
belleza de las pequeñas cosas y la base emocional de los seres humanos como una
noria constante movimiento y nunca del todo controlable.
Narrativamente la propuesta es magnífica. Se desarrolla
desde la serenidad en su repetición, consiguiendo que la reiteración nunca sea
igual sino que se detecten fácilmente multitud de matices. Es elegante,
gráfica, transparente y muy hermosa. Y consigue que estemos dentro desde el
minuto uno. Ya he citado antes que, parte de la responsabilidad, se debe al
actor protagonista omnipresente.
A Wim Wenders le debo una
sorpresa dolorosa cuando, a los dieciocho años comenzaba a asomarme al cine de
autor, me refiero a París Texas. Años después, El Cielo Sobre Berlín necesitó dos visionados para
imantarme en su grandeza. Ahora lo ha vuelto a hacer, me coloca una de sus
historias en mi imaginario personal. Igual que el rostro de Nastasja Kinski al girarse o la biblioteca llena de
silenciosos ángeles, me quedaré para siempre con el rostro cambiante de Hirayama en esa escena final al ritmo de Nina Simone y Feeling Good.
Que gozada.
Público
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