Intérpretes.-
Felipe García Vélez. Zaida Alonso. Alberto Amarilla.
Un hombre regresa a su hogar después de un largo viaje. Podemos intuir que vuelve del mar. En su casa, encuentra a su mujer con otro hombre, más joven que él, ligeramente amoral e indiferentemente consciente de su usurpación. Su mujer le pide que se vaya.
Esta es la historia que intuimos en Viento Fuerte.
Cuando Jon Fosse recibió el Nobel de Literatura, desconocía su obra. Como hago a menudo en esas ocasiones, leí una de sus novelas, Día y Noche. La comenté aquí: no me produjo demasiado interés. Después de conocer su faceta teatral, pienso varias cosas, una, que tal vez deba de volver a intentarlo, otra, que creo que me gusta más el Fosse dramaturgo que el novelista.
La pieza se presenta ( y por lo visto es definición del propio autor ) como poema teatral, de forma que ( como por otro lado ocurría en Día y Noche ) el peso de lo narrativo queda en segundo lugar, aunque sea el andamiaje de lo que se muestra. De hecho todo comienza con un monólogo sobre el presente que se convierte en una reflexión sobre el tiempo y el enigma de lo cotidiano, una muestra de frialdad poética que se mantendrá durante la poco más de una hora que dura todo.
Cuando llegan los diálogos, son cortantes, breves. Nunca explicativos. Una de las cosas que más me gustan del ejercicio es que se comparta la creación con el público, se dejen algunas pistas pero se nos permita que cada uno construir nuestra propia interpretación, sabiendo que cualquiera será igual de válida, y que el hecho teatral se convierte en una experiencia personal.
Y para mi, dentro de su depuración cercana a la abstracción, Viento Fuerte habla de la pareja, y del desgaste que el tiempo deja en las relaciones. Del tedio, que nos transmite con la repetición cansina de algunas de las frases que escuchamos, y que nos sorprende como una deriva errónea, hasta que, en el epílogo, cuando el joven repite algunos de los comportamientos del mayor, entendemos que es una forma arriesgada y consciente, de hacernos sentir.
Viento Fuerte es difícil y arriesgada y, como cualquier apuesta de este nivel, gratificante si llegamos a la luz. En este camino, nos ayuda la dirección de Esbec que crea una estética casi futurista, una composición gélida, casi una caja blanca, y rodea los escasos movimientos de recursos audiovisuales que trasladan una extraña riqueza: frases, proyecciones, sonido e iluminación...
Repito, no creo que sea recomendable para cualquiera y el hecho de que su propuesta deba de conformarse como una experiencia personal, hace que el comentario sea absolutamente subjetivo. Pero creo que es, sin duda, una representación importante. El primer estreno de su autor en nuestro país, esperemos que sólo el primero.
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