Director.-
Pablo Remón.
Intérpretes.-
Javier Cámara. Marta Nieto. Israel Elejalde. Manuela Paso. Marina Salas. Juan Codina.
Empecemos diciendo que el empeño es ambicioso, sorprendente
y aplaudible. Nada menos que ofrecer dos versiones de Tío Vania, seguidas (
aunque pueden disfrutarse de forma independiente, yo me decanté por la opción
combo ), con el mismo reparto y dos versiones diferentes. Cuatro horas de
teatro alrededor de un clásico en el que Chejov puso toda su desesperanza ante
el sentido de la vida.
Y tengo que decir que, al margen del resultado, me encantó
disfrutar de la experiencia, con ilusión y ganas, y el sentimiento de
participar en una experiencia teatral único y diferente.
Partíamos de que Pablo Remón, artífice de las adaptaciones y
la dirección escénica, es fundamentalmente un hombre de comedia a quien debemos
piezas tan divertidas como Los Farsantes o, mi preferida, El Tratamiento. Ya
eso nos preparaba para presentir que el drama podía ruso podía variar su tono,
y que, sin duda, nos íbamos a sorprender. Cumplió ambas previsiones.
Pero vayamos con el análisis de las dos partes:
Vania ( Versión 1 )
En la primera lectura, Remón opta por una lectura pura y en
principio estilizada del texto. En el escenario, sólo cinco sillas de plástico.
Los intérpretes, siempre en el escenario. Y la coreografía de movimientos, tan
escueta como precisa. Esta es la ceremonia de la palabra, de la interpretación,
y en ella se consiguen momentos en que percibimos toda la emoción del texto.
Aquí los protagonistas son los actores. Todos excelentes.
Javier Cámara resulta ser un Vania magnífico, capaz de todo su patetismo. Marta
Nieto es la mejor Elena que he visto hasta la fecha. Juan Codina hace un Alexandre
alejado de lo normativo, en una clara intención del director de impulsar la
comicidad.
Y quizás, si fuésemos puristas, podríamos decir que eso es
lo que nos chirría. Tío Vania no es una comedia. Y cuando al inicio se tocan
los puntos clave, el público ya la compra como tal y se ríe durante casi toda
la obra ( en ocasiones, algo sorprendente). Supongo que es una manera de
aligerar y quitar solemnidad al texto, pero no puedo evitar percibir también
una intención comercial….
Pero siendo honestos, esta versión es una magnífica
oportunidad de disfrutar de un Vania modélico en toda su tristeza.
Vania ( Versión 2 )
Llega la segunda parte. Aquí Remón practica un ejercicio de
funambulismo escénico. El escenario se divide en dos partes: una dacha rusa de
la época en que se escribió la obra y una casucha de un pueblo de Castilla hoy
día.
Los personajes caminan entre uno y otro territorios, sin
problemas, engarzando situaciones y sólo al final se aprovecha esta disparidad
con objetivo cómico. Porque esta versión, impulsa el carácter de comedia del
que hablábamos antes hasta llegar casi a la farsa, Chejov se queda un poco al
margen y tenemos la sensación de encontrarnos ante un digest de su obra, y esto
hace que algunos personajes, especialmente el de Elena, se quede totalmente
desdibujado. La trama apuesta por las líneas más melodramáticas dejando fuera
todo el trasfondo.
Es, como digo, un ejercicio sobre Tío Vania. ¿ Válido?
¿útil? Digamos que, visto el lleno y los aplausos, sería por mi parte
presuntuoso decir que no. Y tengo que reconocer que me he reído, aunque no tanto como el resto.
Vania x Vania es, repito, una propuesta teatral que como tal
merece el reconocimiento y que, sin duda, triunfará y se recordará, tiene mucho
de bueno, en especial en su primera parte y, seguramente, acerca a Chejov a un
público no habitual en los clásicos.
A mi me ha gustado estar ahí. Me quedo con eso.
Público
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