España 2022
Marina Fois. Denis Menochet. Luis Zahera. Rodrigo Anido. Marie Colomb. Machi Salgado. Xavier Estevez. Daniel Jiménez.
Creo que lo que hace singular una película como As bestas es precisamente lo que no es.
Rodrigo Sorogoyen es un
director sin mácula, curtido en thrillers como Que Dios
nos perdone y El Reino, y brutal en el
control de la acción en la serie Antidisturbios,
no por eso prescinde del cine intimista como demostró con Estocolmo y, sobre todo, con Madre,
para mi su mejor película.
Al conocer el argumento de esta propuesta ( ¿ cuando
volveremos al cine con la magia de no saber nada de lo que nos van a contar?),
no puede uno evitar pensar en Perros de Paja o Deliverance. Hombre de ciudad se intenta integrar en
un entorno rural hostil, donde los nativos son mucho más peligrosos de lo que
habría podido pensar. Imaginamos desgarro, acción, lucha, en definitiva, una
cinta de genero. Pero para nuestra sorpresa, lo que el director ofrece es esta
vez diferente: eso es lo que As bestas no es,
que citaba al inicio.
Para empezar, la historia comienza in media res. No
conocemos el inicio, sólo lo intuimos, no vemos la llegada ni los primeros
conflictos aunque sabemos que existieron, de hecho tenemos la sensación de
entrar en una historia empezada. Sorogoyen no
pierde tiempo en presentaciones ni nos facilita camino de entrada. A partir de
ahí, la violencia aparece en la mayoría de los casos escondida y la tensión,
que alcanza niveles difíciles de cortar con un cuchillo, se producen
fundamentalmente en los diálogos. El resto son escenas cortas, inconclusas, casi
parece que desordenadas, que van construyendo el día a día de la pareja, su
amor, su miedo, su angustia.
La narrativa es seca, poco complaciente y alejada de lo
convencional. Más allá de lo folclórico y lo fácil, el director se ha decidido
por lo arcaico, llevando el enfrentamiento a niveles casi mitológicos. La
cámara se pega a los rostros sin olvidar mostrar la belleza abrupta del
paisaje. El conjunto es triste y doliente, oscuro también. Apasionante.
En una cinta con tanto peso del primer plano, los intérpretes
son más importantes que nunca. Todos están perfectos en un verdadero acierto de
casting, pero es imposible no destacar a Luis Zahera,
tan grande como aterrador. Su mirada produce miedo, desde lo más esencial de la
palabra.
Una vez más, por lo tanto, Rodrigo
Sorogoyen acierta y suma otra película valiosa a su catálogo,
demostrando de nuevo que lo suyo no es lo conocido. Esta vez nos ha contado una
historia de Peckimpah como si fuese un grabado
de Goya y con la cadencia de un Chejov oscuro. Difícil mezcla en la que acierta.
Público
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