ENSAYO: PROSCRITAS- CINCO ESCRITORAS QUE CAMBIARON EL MUNDO de Lyndall Gordon

 

Alba Editorial

450 páginas

Disponible en ebook.

Mary Shelley, Emily Bronte, George Elliot, Olive Schreiner y Virginia Woolf.

De estos personajes, Woolf me fascina, me trastocó Cumbres Borrascosas, consideraba a Mary Shelley sobrevalorada porque obviamente no la conocía, sólo había oído hablar de George Elliot y ni siquiera eso de Olive Schreiner.

Al terminar, sé quien es Schreiner, entiendo a quienes consideran a Shelley un personaje muy relevante, he incluido Middlemarch entre esas novelas que tendré que leer algún día, y he apuntado Al Faro como mi siguiente incursión en Woolf.

O sea, un recorrido fructífero. 

Sin embargo, ha sido una lectura sólo satisfactoriamente a medias. Es cierto que me interesaba conocer más sobre la vida personal de estas autoras pero no lo suficiente como para una biografía, y esperaba que una breve reseña de cada una me ayudase. Sí, es cierto que me proporciona información que no tenía, pero narrativamente creo que ninguna de las cinco vidas está bien desarrollada. Son confusas, en ocasiones derivan a personajes paralelos, no es fácil seguirla siempre y detiene la acción en ocasiones para integrar el mensaje. Es más la frustración de lo que no se desarrolla que lo que nos cuenta.

El objetivo de la autora es otro y así realiza el ejercicio, inteligente, de interrelacionar las cinco vidas en un viaje hacia la igualdad que, en mi opinión, si bien no simplifica el valor de cada una, si las limita en una sola dirección.

Recuerdo Vidas Escritas, una colección de textos de Javier Marías sobre unos cuantos escritores. La propuesta de Lyndall Gordon tiene por supuesto, como aquella, mucho de amor por la literatura, pero creo que se encamina a otro lugar.

De todas maneras, sí es cierto que tengo que agradecerle saber que la mediana de las Bronte también era una delicada poeta, que Middlemarch es una de las grandes novelas británicas y que existió Olive Schreiner, también que Mary Shelley fue una rebelde y que desde su infancia vivió entre libros, y que las crisis de Virginia Woolf eran más abundantes de lo que sabía.

Ya es mucho.

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