Después del affaire Bob Dylan del año anterior, todo el
mundo esperaba un valor seguro como Nobel de Literatura 2017. De todos modos la
Academia Sueca es poco dada a demostrar arrepentimiento plegándose al sentir
popular. Sin ser rompedor, necesitaban un candidato que siguiese generando
cierta sorpresa. No era por lo tanto el año Murakami ( gracias al cielo), ni
Auster ( una pena ), ni Marías. Entre las sorpresas, ya he dicho muchas veces
que a mi me habría encantado Anne Tyler.
En cualquier caso. Sorpresa. Ishiguro. Un viejo conocido
que, que yo sepa, nunca había estado en ninguna lista, ni ahora ni en
ejercicios anteriores.
¿Y?.
Pues la verdad, siento que mi percepción no es justa. Encajo
a este autor de origen japonés, y cuya obra conozco casi en su totalidad, como
parte del grupo de escritores británicos de la cartera de Anagrama. Y entre
ellos, creo que Ian MacEwan por ejemplo me parece con una obra más completa.
Sin embargo, no conozco una novela de su autor que no me
guste, nunca me ha decepcionado la elegancia y la serenidad de su prosa, y hay
que reconocerle una capacidad de búsqueda que le ha llevado , desde las
chejovianas Pálida luz de las colinas o Un artista en el mundo flotante, al
surrealismo absurdo de Los inconsolables, pasando por la íntima perfección y
análisis social de Los restos del día. En su asomo a la ciencia ficción está
su, para mi, obra más lograda, Nunca me abandones. Su última aportación, El
gigante dormido, utiliza de nuevo un género británico, en este caso la novela
de leyenda medieval, para una triste crónica sobre el paso del tiempo, la
memoria y el olvido.Por que Ishiguro es un inmigrante respetuoso y agradecido,
el más británico de los no británicos.
Tengo que aceptar que, para muchos, este premio pueda tener
el nivel de descubrimiento que para mi tuvo Alice Munro, Herta Muller, Pactrick
Modiano…. Y en m caso, agradecer que alguien que me ha regalado tan buenos
momentos, tan imaginativos y tan elegante, reciba su recompensa.
Enhorabuena pues.
Público.
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