USA. 2014
Colin Firth. Emma Stone. Simon McBurney. Eileen Atkins. Jacki Weaver. Hamish Linklater. Marcia Gay Harden
Allen sigue fiel a su compromiso anual, lo que hace que su producción esté muy por encima de la media de cualquier director.
Con ello, es difícil que todas sus obras estén al mismo nivel, así como que cada uno no encuentre en su catálogo algunas que le llenen especialmente. Se podría decir que también debería ocurrir lo contrario, pero a mi, personalmente, salvo su visita patria en Vicky Cristina Barcelona, ninguna me produce especial rechazo.
Tras la dureza de Blue Jasmine, llega ahora un descanso, una comedia agradable incluso en la época elegida y en su estética luminosa. Aun así, el autor no puede evitar cierto nivel de reflexión, más amable al parecer a medida que se hace mayor, sobre la existencia o, mejor dicho, la necesidad de la magia en nuestras vidas.
La trama es lineal, fácil y tierna, sobre el trayecto de un mago escéptico, racionalista y amargado, a descubrir lo incomprensible del amor, a través del camino inesperado del engaño.
El resultado, una comedia que huele a antiguo, a delicia ya conocida pero no por ello poco disfrutable, sin aristas pero con corazón y menos hilarante que en otras ocasiones pero con permanente sonrisa.
Sí es cierto que la dinámica por la que en esos momentos Europa ( o mejor dicho la sociedad europea ) se vio presa del engaño de muchos timadores que decidieron aprovecharse de la búsqueda de una dimensión más espiritual, hubiese dado para una cinta histórica , pero este nunca ha sido el género en el que se ha movido Allen.
Él es capaz de presentar, entre sus logros mayores, pequeños cuentos didácticos desde la asunción de que los problemas de este mundo son más sencillos de lo que parecen, este es uno de ellos. Además tengo la sensación , la agradable sensación, de que al contrario de lo que le ocurre a muchos autores, los años le han convertido en alguien menos escéptico y mucho más empático, aumentando su ternura y su comprensión hacia los múltiples defectos del ser humano.
¿ Tiene eso algo de malo?.
el brillo en la mirada de Emma Stone y la entrega final de Colin Firth nos aseguran que no.
Público
Colin Firth. Emma Stone. Simon McBurney. Eileen Atkins. Jacki Weaver. Hamish Linklater. Marcia Gay Harden
Allen sigue fiel a su compromiso anual, lo que hace que su producción esté muy por encima de la media de cualquier director.
Con ello, es difícil que todas sus obras estén al mismo nivel, así como que cada uno no encuentre en su catálogo algunas que le llenen especialmente. Se podría decir que también debería ocurrir lo contrario, pero a mi, personalmente, salvo su visita patria en Vicky Cristina Barcelona, ninguna me produce especial rechazo.
Tras la dureza de Blue Jasmine, llega ahora un descanso, una comedia agradable incluso en la época elegida y en su estética luminosa. Aun así, el autor no puede evitar cierto nivel de reflexión, más amable al parecer a medida que se hace mayor, sobre la existencia o, mejor dicho, la necesidad de la magia en nuestras vidas.
La trama es lineal, fácil y tierna, sobre el trayecto de un mago escéptico, racionalista y amargado, a descubrir lo incomprensible del amor, a través del camino inesperado del engaño.
El resultado, una comedia que huele a antiguo, a delicia ya conocida pero no por ello poco disfrutable, sin aristas pero con corazón y menos hilarante que en otras ocasiones pero con permanente sonrisa.
Sí es cierto que la dinámica por la que en esos momentos Europa ( o mejor dicho la sociedad europea ) se vio presa del engaño de muchos timadores que decidieron aprovecharse de la búsqueda de una dimensión más espiritual, hubiese dado para una cinta histórica , pero este nunca ha sido el género en el que se ha movido Allen.
Él es capaz de presentar, entre sus logros mayores, pequeños cuentos didácticos desde la asunción de que los problemas de este mundo son más sencillos de lo que parecen, este es uno de ellos. Además tengo la sensación , la agradable sensación, de que al contrario de lo que le ocurre a muchos autores, los años le han convertido en alguien menos escéptico y mucho más empático, aumentando su ternura y su comprensión hacia los múltiples defectos del ser humano.
¿ Tiene eso algo de malo?.
el brillo en la mirada de Emma Stone y la entrega final de Colin Firth nos aseguran que no.
Público
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