Dirección: Andres Lima
Alberto San Juan. Nathalie Poza. Guillermo Toledo. Luis Bermejo
Animalario cuenta con una capacidad única en arquitectura teatral.
Su forma de "escribir" una representación , posiblemente derivada de planteamientos de taller , está siempre cargada de sugerencias donde conviven la búsqueda visual con cualquier otro elemento como la iluminación y el sonido, siempre en un movimiento singular y absolutamente perceptible y directo.
La conjugación es siempre perfecta porque nunca se olvidan del texto como base , bien responda este a una adaptación de un clásico o a una creación propia , como era en Hamelín o en el caso que nos ocupa.
Son maestros en carpintería . Netamente teatrales . Y geniales en la mayoría de las ocasiones.
En Penumbra se mueven en el ámbito de los sueños , lo que otorga la libertad para situarse en un surrealismo de enigmas , referencias y círculos, de espejos y subtextos que se abren y se cierran continuamente .
La experiencia visualmente es de nuevo fascinante , hermosa y terrible.
Pero lo que más me convence de este espectáculo es su interior:
La base es el miedo, esos miedos que todos tenemos y que conforman nuestras pesadillas cotidianas , y sus autores encuentran el sustrato de este sentimiento en nuestro entorno más cercano, en el día a día y en fotografías absolutamente reconocibles, fundamentalmente la familia.
A partir de ahí, navegamos en descubrimientos y misterios, nos enfrentamos a nosotros mismos y nos reconocemos aunque nos cueste.
No está lejos Poe.
Y para no dejarlo en un final dramático, el valor de un niño .
Todo ello en un escenario exquisito, con un movimiento de relojería y , a pesar de que todo pueda sonar conceptual, imbuido de un aire de ligereza que lo lleva a desarrollarse con una absoluta fluidez.
No hay nada que decir de sus interpretes que no se haya dicho ya : son una pieza más en este mecano inteligente y lúcido y perfectamente engrasado.
Penumbra no es una obra cómoda , pero si una experiencia teatral única. Eso es lo que cuenta.
Público
Alberto San Juan. Nathalie Poza. Guillermo Toledo. Luis Bermejo
Animalario cuenta con una capacidad única en arquitectura teatral.
Su forma de "escribir" una representación , posiblemente derivada de planteamientos de taller , está siempre cargada de sugerencias donde conviven la búsqueda visual con cualquier otro elemento como la iluminación y el sonido, siempre en un movimiento singular y absolutamente perceptible y directo.
La conjugación es siempre perfecta porque nunca se olvidan del texto como base , bien responda este a una adaptación de un clásico o a una creación propia , como era en Hamelín o en el caso que nos ocupa.
Son maestros en carpintería . Netamente teatrales . Y geniales en la mayoría de las ocasiones.
En Penumbra se mueven en el ámbito de los sueños , lo que otorga la libertad para situarse en un surrealismo de enigmas , referencias y círculos, de espejos y subtextos que se abren y se cierran continuamente .
La experiencia visualmente es de nuevo fascinante , hermosa y terrible.
Pero lo que más me convence de este espectáculo es su interior:
La base es el miedo, esos miedos que todos tenemos y que conforman nuestras pesadillas cotidianas , y sus autores encuentran el sustrato de este sentimiento en nuestro entorno más cercano, en el día a día y en fotografías absolutamente reconocibles, fundamentalmente la familia.
A partir de ahí, navegamos en descubrimientos y misterios, nos enfrentamos a nosotros mismos y nos reconocemos aunque nos cueste.
No está lejos Poe.
Y para no dejarlo en un final dramático, el valor de un niño .
Todo ello en un escenario exquisito, con un movimiento de relojería y , a pesar de que todo pueda sonar conceptual, imbuido de un aire de ligereza que lo lleva a desarrollarse con una absoluta fluidez.
No hay nada que decir de sus interpretes que no se haya dicho ya : son una pieza más en este mecano inteligente y lúcido y perfectamente engrasado.
Penumbra no es una obra cómoda , pero si una experiencia teatral única. Eso es lo que cuenta.
Público
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