TEATRO: EL ENTUSIASMO de Pablo Remón

 

Director.- 

Pablo Remón.

Intérpretes.-

Francesco Carril. Natalia Hernández. Raúl Prieto. Marina Salas.

El paso del tiempo es emocionalmente inexorable, eso lo sabemos todos, claro. También sabemos otras cosas con la misma seguridad:

Que, como dijo Woody Allen, la alternativa a no hacerlo es peor.

También que es imposible superar ciertas edades y seguir teniendo las mismas ilusiones, fuerza y objetivos que en la juventud ( ¿alguien va a prohibir algún día ese tópico de ser joven de espíritu? ).

Y probablemente, si le dedicásemos tiempo a reflexionar con el grado necesario de sinceridad, asumiríamos que ese es un proceso interno, y que somos los mayores responsables del lugar a donde terminamos dirigiéndonos. Que todo eso de culpar al sistema, a la obsesión de la sociedad por el bienestar, a la ceguera que nos imponen..... no son más que excusas.

Como último paso, si no nos hemos deprimido durante el ejercicio, tendremos la oportunidad de asumir, sin complejos, que nuestro recorrido no es más que lógico, y que no tiene nada de malo, que incluso podemos mantener el entusiasmo que creíamos haber perdido.

De todo esto va la última comedia de Pablo Remón, alrededor de una pareja que se encuentra en la encrucijada de asumir su propia responsabilidad frente a su vida, una vez que son conscientes de que esta no es la que habían soñado. De Malasaña a Sanchinarro. Para los que no conocen Madrid, de un barrio progre en el centro de la ciudad a una de las urbanizaciones de las afueras, De la aparente libertad de la pareja, a la paternidad/ maternidad. De los sueños a las realidades.

El texto es ocurrente, divertido, muy realista y lleno de pequeñas historias en las que no es difícil, al menos en algunas, reconocerse; desde el equilibrio de incluir lo metatreatral sin impedir el desarrollo de la historia, y no sólo consigue hacernos reír sino también emocionarnos. Además Remón como director hace un ejercicio magnífico de agilidad y ritmo, con una escenografía absolutamente eficaz y, sobre todo, con cuatro actores en estado de gracia, lo de Carril ya es estrellato, pero los otros tres están a su altura, imposible no creérselos.

En nuestro país, sin saber porqué, se está olvidando a dramaturgos que manejaban a la perfección el humor de la sonrisa y la ternura, de los asuntos tristes tratados con sana ironía, del mal tiempo y la buena cara o de la simple buena cara porque divertirse es algo muy sano que nunca debe de darnos verguenza. Ya apenas se estrena a Mihura ni a Jardiel, ya no digamos Tono o las primeras obras de Alfonso Paso. Creo que Pablo Remón, igual que otros como Alfredo Sanzol, beben de esos maestros para recordarnos que lo importante no es buscar la eterna trascendencia ni el perpetuo drama, sino enamorar al público sentado en la butaca de un teatro, tratarles con cariño y con respeto y conseguir que cuando salgan, sean más felices.

Tengo que ser honesto y poner una pequeña pega: el epílogo podía haberse aligerado en diez minutos, pero con lo que he escrito hasta ahora, ya tendréis claro que me parece algo menor.

Larga vida a la comedia. Gracias a quienes apostáis por ella.

Público

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