ÓPERA: OTELLO de Giuseppe Verdi

 

Director de escena.-

David Alden

Director musical.-

Nicola Luisotti

Intérpretes.-

Brian Jadge. Asmik Grigorian. Gabrieli Viviani. Airam Hernández. Albert Casals

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Esta no es la primera producción operística que veo dirigida por David Alden. La anterior fue Lucia de Lammermoor, y me ocurrió lo mismo que en este caso: me parece que hay una buena idea de punto de partida que no termina de desarrollarse de forma conveniente.

El Otello que nos propone, es un Otello oscuro, en un escenario cercano a la ruina, con un vestuario pesado y, salvo en el caso de Desdémona, soldadesco después de la batalla. Las primeras escenas, se componen alrededor de un coro omnipresente y avasallador, con unas coreografías enfermizas y una agresividad latente en las miradas que los protagonistas reciben de quienes les rodean. Hay un sentimiento de amenaza que marida a la perfección con un Iago que, como un dios de maldad, es el verdadero artífice de la trama, el único que sobrevivirá a la tragedia.

Pero todo se desvanece y queda relegado, eso sí, a una magnífica iluminación que convierte la narración en una fastuosa estructura de sombras. De todas maneras, tampoco con ese recurso se consigue generar los espacios que impidan la monotonía de un escenario único. En ocasiones todo parece un poco antiguo.

Hay escenas visualmente muy conseguidas, nada molesta y la música fluye, eso sí, con comodidad y fuerza, trasladando como esa tormenta con la que se inicia la ópera, prende en los corazones. 

Escuchar a Verdi siempre es acercarse a la gloria. Aunque la propuesta escénica sea simplemente correcta.

Público

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