Austral
550 páginas
Disponible en ebook.
Creo que hay un nivel de escritores capaces de crear mitologías. Para mi Faulkner era el más relevante. Son autores que consiguen que sus historias se cimenten en lo más primitivo del ser humano, los sentimientos brutales que alimentan a dioses y héroes que civilización tras civilización, agitan el mundo, lo construyen y lo destruyen.
Es mi primera lectura de Sábato por lo cual desconozco si en todo lo que ha escrito, ha alcanzado la altura de esta novela. En ella, son varias las historias que conforman, casi como novelas independientes, un retablo de Buenos Aires empapado de decadencia.
Todo comienza en un encuentro. Un joven tímido, Martín, perdido y con poco que ofrecer, víctima de una madre que nunca quiso serlo, conoce a Alejandra, una adolescente que parece bordear la locura.
A través de ella entrará en contacto con su familia, un conjunto de desechos descendientes nada menos que de un militar heroico que termino perdiendo la cabeza ( literalmente ) en su última batalla. Malviven en un edificio en ruinas entre recuerdos del pasado no del todo construidos, se atraen y se repelen, desaparecen y se materializan. Y conoceremos la historia de varias generaciones, porque al lado de Martín, aparecerá otro personaje, Bruno, quien tiempo antes estuvo enamorado de la madre de Alejandra.
En la tercera parte, Informe de ciegos, asumirá el protagonismo Fernando, el padre de la joven, y en un relato que podría funcionar perfectamente de forma independiente, nos lleva a un descenso a los infiernos a medida que, poco a poco, se hunde en los vapores de la locura, tan venenosos como fascinantes.
El final será la constatación de la desaparición de las estirpes, de la raza de gigantes que había llegado ya a su apariencia más miserable, y para quienes, desde los castillos, las únicas moradas son ya las tumbas para pudrir los recuerdos de los héroes.
Cada vez que me decido por bucear en los clásicos pendientes lo hago con las ganas de recuperar el tiempo perdido, aunque en ocasiones como esta prefiero haber esperado; creo que a esta edad estoy más preparado para poder apreciar la densidad del lenguaje de su autor, los colores ocres de su pintura y la sangre de sus retratos.
Seguiremos leyendo con la ansiedad de saber que son toneladas los libros magníficos que esperan a ser leídos, pero también con la felicidad de que hayan sido escritos. Algunos como Sobre héroes y tumbas, nos recuerdan las alturas a las que puede llegar el ser humano.
Público

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