UK 2024
Ralph Fiennes. Juliette Binoche. Ángela Molina. Charlie Plummer. Tom Rhys. Marwan Kerzari. Amir Wilson. Claudio Santamaria.
Siempre me ha interesado la arqueología de los mitos, como,
despojados de épica y divinidad, descubren la realidad humana que yace debajo
de las narraciones que poco a poco se han ido vistiendo con el tiempo para
convertirse en leyendas.
Esta es la esencia de la versión del final de la Odisea que
nos ofrece Pasolini. La guerra de Troya ha terminado hace ya muchos años. Ítaca
está siendo arrasada por los pretendientes que quieren hacerse con el poder
desposándose con la esposa abandonada. Penélope, es consciente de que su tiempo
se termina, no sólo por su propio cansancio y el de su pueblo sino también por
la amenaza que se cierne sobre la vida de su hijo Telémaco. Y este último, está
henchido de rabia hacia la inutilidad de mirar al pasado.
El Ulises que regresa, sólo tras haber perdido a todos sus
hombres, es un héroe ya cansado y lleno de cicatrices aunque conserve las
trazas de un guerrero. Un soldado que ha demorado su llegada ante la
imposibilidad de reconocerse a si mismo en el que partió. Penélope es una mujer
inteligente y triste, capaz de intuir y entender la verdad. Fiennes y Binoche
son un acierto absoluto de casting.
La narración es morosa. Más reflexiva que feroz y alejada de
cualquier grandeza frente al realismo. Eso, que parece jugar contra la propia
historia, ofrece sin embargo una visión importante de lo que es, como decía al
inicio, entender la verdad de las leyendas.
Y hablar de lo atroz que es la guerra, cualquier guerra, de
la adicción de la sangre y el horror, y la imposibilidad de llamar vencedores a
ninguno de los contendientes.
A la espera de La Odisea de Nolan, de la que espero toda la
grandeza épica de la narración que tanto me emocionó en mi infancia, no me
sobra esta versión madura que, lamentablemente, me demuestra que a los hombres
todavía nos queda mucho por aprender.
Público

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