650 páginas
Disponible en ebook.
Desde que descubrí a Cartarescu, me enamoré de su forma de escribir. Su barroquismo, la riqueza de sus referencias, la pastosidad de su lenguaje.
Leí Solanoide, la trilogía Cegador y su poesía. Ahora Theodoros.
En este caso, el autor se aleja de su experiencia personal para dedicarse a la novela histórica, nada menos que un emperador africano, Rey de Etiopía, que ha llegado a su posición, tras un recorrido desde una vida cercana a la mendicidad a la desmesurada riqueza, pasando por el bandolerismo, la piratería y la materialización de la fusión de religión y mitologías. Y remontando su memoria hasta los tiempos del Rey Salomón y la Reina de Saba.
No encuentro palabras para transmitir la fascinación que me producen estas páginas. Hay una espina dorsal, pero además a su alrededor hay mil historias, pequeñas y grandes, que nos lanzan a dimensiones de la imaginación imprevistas y sorprendentes. Theodoros nos acerca a una referencia, sin duda manida pero aquí cierta, que son Las 1001 noches, ese tejido que como una tela de araña nos recuerda que la narración es una forma de vida.
He dicho en anteriores novelas de Cartarescu que tenía la extraña relación de que, una vez que me atrapaba, me expulsase. En Theodoros sólo pasa en el último capítulo. Hasta entonces, me parece su obra más lineal, asumiendo el derroche que podría rozar el hartazgo pero se queda en la satisfacción.
Hay creadores que tienen una personalidad única, capaces de generar un lenguaje personal, de crear un mundo. Cartarescu, sin duda, es uno de ellos.
Que gusto poder disfrutarlos. Aunque sí, hace falta estar preparados para hacer el esfuerzo: merece la pena.
Público
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