Francia 2024
India Hair. Sara Forestier. Camille Cottin. Vicent Macaigne. Gregoire Ludig. Damien Bonnard. Eric Caravaca. Mathieu Metral.
Generalmente se habla de Mouret como si fuese un Woody Allen francés. Esa comparación es aun más patente en esta película que parece recordar aquella Hana y sus hermanas del maestro neoyorkino.
Personalmente creo que la comparación puede ser adecuada con matices. Mouret no parece tener un alter ego y no le da tanta importancia al humor directo ni al gag, creo además que su caligrafía es más delicada. Sin embargo les une el romanticismo de los aparentemente escépticos y la ligereza con la que consiguen escribir sus historias.
De todas maneras, en mi opinión, lo que más les vincula es algo que no se definir, es algo así como la alquimia cinematográfica: cogen elementos parecidos, los cuecen juntos, y en ocasiones, sin saber porque, la mezcla rezuma genialidad, y otras veces, sin razón aparente, no.
Del director francés me encantó la literaria Las cosas que decimos, las cosas que hacemos. Sin embargo, Crónica de un amor efímero, que pareció tener cuando menos un éxito similar, me resultó artificial y plana. En Tres amigas estamos de suerte, el resultado de la mezcla vuelve a ser magnífico, no hay una sola pega y me parece una gozada disfrutar de las pequeñas historias de las tres protagonistas.
Todo comienza cuando Joan decide que quiere abandonar a su pareja ante la sensación de haberse desenamorado y Alice intenta convencerla de que el amor está sobrevalorado, al tiempo que Rebecca, la que completa el trío, mantiene una relación amorosa con el marido de esta última. A través de pequeñas situaciones y nuevos personajes, el director nos mostrará diferentes caras de algo tan inasible como el amor, quizás para llegar a la conclusión de que es imposible de explicar pero que renunciar a su belleza es renunciar a parte de la vida.
Lo hace optando en imagen y música por la hermosura, poniendo el peso en sus personajes, sin juzgarlos nunca, y utilizando un magnífico guion que podría recordar en espíritu a cualquier clásico del romanticismo, fantasma enamorado incluido. Y así un producto que podría sonar a conocido y banal, se convierte sin que sepamos porqué en una preciosidad inteligente y gozosa.
Posiblemente Mouret sea el mismo un romántico irredento. A lo mejor al final todos lo somos un poco, y películas como esta sirven para recordárnoslo.
Público

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