RELATOS: CATEDRAL de Raymond Carver

 

Anagrama

220 páginas

Disponible en ebook

Sí, era uno de los eternos pendientes. Yo, lector de relatos desde que descubrí los de Somerset Maughman, y últimamente escritor de este tipo de narraciones, no conocía a uno de los autores que, para muchos, es un referente en el género. 

Pero nunca es tarde. Para comprender porque tanta gente lo admira.

Como personaje, me traslada la figura de un escritor que responde al retrato icónico de la contracultura americana, un outsider que pone en prosa su propia experiencia ni siquiera esperando el exorcismo, sino rendido ya a ser un cronista y ofrecer a sus personajes cierto nivel de salvación.

Por lo que se refiere a la colección de cuentos que componen el libro, creo que todos son excelentes, la verdad. Todos ellos se sitúan en el entorno de la clase media baja urbana de los Estados Unidos, en todos los casos los encontramos en un momento de encrucijada y siempre, Carver realiza una meticulosa descripción de lo cotidiano. Y sin embargo, en todos ellos, una extraña inquietud no tarda en aparecer y, desde entonces, el relato se convertirá en un inesperado ejercicio de supervivencia. Son retazos de historia, cuadros ásperos, y más por lo veraces que resultan. 

Catedral ( y supongo que el resto de colecciones del autor ) engrandece el género, cada pieza tiene una entidad en si misma, cada uno es diferente, en contenido por supuesto, pero también en estilo, estructura y perspectiva. Todos ellos forman un todo con una unidad que percibimos debajo de las historias que nos cuenta, y que tiene mucho que ver con entender el realidad, asumirla y vivir en ella.

Cuando te acercas a un autor referencia para muchos otros que ya conoces, descubres una extraña percepción inversa. Me ha ocurrido en este caso con José Moreno, de quien no hace poco comentaba aquí Gargarin o la triste certeza de viajar solo. No, no es sólo inspiración, posiblemente en este caso sea un hermoso homenaje.

Y lo entiendo. Lo tengo claro: yo también quiero escribir como Raymond Carver. Quiero tener su rigor, su control, su valor, su capacidad de mirar y ver y su prosa. Pero que difícil¡.

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