Seix Barral
540 páginas
Disponible en ebook.
Una de las cosas que nunca he tenido es pueblo. Soy de ciudad. Y en la idiotez de mi adolescencia urbanita, eso nos parecía algo positivo. Lo más cerca que he estado de una vida de aldea son los meses de septiembre que pasábamos en la finca de mi madre, en Bobes, una villa cercana a Oviedo. Recuerdo su bar, su tienda para todo, su modista, su restaurante, sus fiestas.... y recuerdo que, como foráneo, lo pasaba fenomenal, pero ni visión era reducida, con la soberbia de la ignorancia, algo que, la verdad, se mantuvo durante muchos muchos años. Sólo era capaz de ver, con cierta condescendencia, el presente.
La España Vacía nos ha hecho volver la mirada hacia esos lugares que fueron la cuna de la civilización y que ahora parecen estar perdiendo el pulso frente al crecimiento de las grandes ciudades sin que nadie sea capaz de ver más que un hoy de pocas oportunidades, ignorando pasados tan largos como la historia de la humanidad.
Juan Gómez Bárcena si tiene pueble, Toñanes, en Cantabria. Y, al contrario que muchos otros, ha aprendido a amarlo a pesar de pasar allí sólo los veranos, posiblemente porque era el lugar y el tiempo en que el mundo se convertía en un espacio más libre donde era posible que ocurriese cualquier cosa, que el naciese de milagro o que un dinosaurio se cruzase en su camino.
Su novela podría ser un ensayo sobre el paso del tiempo, acumulando capas humanas que, como placas tectónicas, van construyendo el presente. Y a través de ese ejercicio, nos sorprende haciéndonos ver la riqueza de un lugar que hoy día es víctima del más absoluto abandono. Porque esas pocas casas que hoy día son sólo una ruina, fueron un lugar donde la prehistoria habitó en cuevas, un lugar de paso en la edad media, un enclave privilegiado durante la Guerra Civil, y muchos otros escenarios en los que transcurrieron páginas de la Historia.
Al autor no le interesan las grandes gestas, porque sabe que la grandeza puede estar en las pequeñas vidas que van conformando el sedimento de la humanidad, y es con ellas con las que compone, como un magma de una riqueza infinita, esta narración plural, inmensa y cierta.
El ejercicio de narrativa es magnífico. Miles de cuentos se cruzan saltando siglos, incluso en el mismo párrafo o enredados en torno a una palabra o una idea. Las tramas se enhebran unas a otras pero todo fluye como si fuese el curso de un río.
Lo demás es aire es una novela muy ambiciosa, importante, literariamente rica con cambios de tono, de modelos, de textura. Es un milagro de fusión que tiene mucho que ver con la narrativa oral, tan frecuente en la historia de los pueblos y tan olvidada como ellos. Y, sobre todo, es un retrato del tiempo echo desde el amor, a nuestro pasado, a la humanidad, a todo lo que nos ha conformado.
Público

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