España 2025
Susana Abaitua. Andrés Gertrudix. Iraía Elías. Ariadna Gil. Raúl Arévalo. Mikel Losada. Diego París. Jaime Chavarri. Anarzt Zuazua. Fernando Tato
Es imposible enfrentarse a esta película sin recordar La Infiltrada. Si bien no es la misma historia, si es lo suficientemente parecida como para que sea difícil no entrar en comparaciones. Una mujer del cuerpo de policía, infiltrada durante años en la banda terrorista ETA con el objetivo de contribuir a su desmantelamiento, renunciando a su vida y en constante peligro de ser descubierta. Aquello que tan frecuentemente veíamos en películas y series americanas, había ocurrido en nuestro país.
Pues bien, personalmente creo que las dos son magníficas y lo suficientemente diferentes en tono como para que sea posible elegir las dos y disfrutarlas de forma diferente.
La Infiltrada era un thriller muy eficaz, al uso, apostando por la tensión epidérmica, la construcción de personajes muy potentes y el ritmo. Un excelente ejemplo de thriller nacional.
Un fantasma en la batalla pone gran parte del peso en las crónica y se esfuerza por trasladarnos, con material real, cual fue la relación de la banda de asesinos con la sociedad española. Con la distancia del tiempo, aquellas noticias de asesinatos que esos años fueron tan trágicamente comunes en los telediarios, alcanzan la intensidad que posiblemente entonces perdieron por el hastío culpable y me hielan el corazón. Uno de los grandes valores de esta película es hacer que el cine devuelva a la Historia su verdadera densidad.
A cambio parece dedicar menos tiempo a los personajes pero sin embargo, el guion es tan meticuloso que a medida que avanza es natural dejarse envolver por la trama y por su perfil psicológico. Además, las interpretaciones, ajustadas a no restar protagonismo a lo realmente importante, con un tono perfecto de contención, apuntalan el factor humano. En este sentido, el ejercicio de Susana Abaitua es perfecto, muy bien secundada por Andrés Gertrudix, una sorprendente Ariadna Gil y todos los demás ( que bueno ver de nuevo al maestro Chavarri como actor).
Siempre he pensado que Diaz Yanes es un excelente escritor y aquí realiza un trabajo de artesanía, tan sutil como honesto, apoyado en los detalles con una sobriedad delicada y sin dejarse llevar en ningún momento por el efectismo fácil. En su labor de director, realiza un ejercicio de narrativa sólido y directo, aunque la elección del tono pueda parecer al inicio que lo coloca, y nos coloca, a cierta distancia. Es una apuesta por alcanzar el máximo grado de verdad y lo consigue.
Concluyendo, hay lugar para ambas producciones. Las dos son un ejemplo de muy buen cine pero, por encima de todo, ambas son una herramienta para recordar lo que merece no caer en el olvido para que nunca se repita y para honrar a quienes sufrieron y lucharon para poner fin al horror. La cultura, el cine, también debe servir para esto.
Público

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