NOVELA: LA CAMISA DE HIELO de William T. Vollmann

 

Pálido Fuego

400 páginas

He dejado sin terminar muy pocos libros en mi vida. Me enorgullezco de esa disciplina aunque en ocasiones me gustaría ser un poco más libre a la hora de tomar esta decisión y no sentirme tan culpable.

Me ocurrió con Vida y destino, de Grossman, y no porque no compartiese su grandeza sino por mi imposibilidad para identificar y seguir a la multitud de personajes que poblaban el libro, teniendo en cuenta que a cada uno le correspondían tres o cuatro nombres.

Y hoy, a apenas sesenta páginas del final, he decidido hacerlo con La camisa de hielo, a pesar de que llego a apasionarme en alguno de sus tramos.

Lo que quiero decir con estos dos ejemplos es que el hecho de que yo abandone la lectura no tiene porque estar relacionado con que sea un mal libro, sino con el hecho de que, por lo que sea, su lectura me supere.

En este caso parimos además de un tema de expectativas. Sobre el papel, la novela, primera de un largo ciclo, narraba los viajes que, desde Noruega y Groenlandia, hicieron sus habitantes en el primer descubrimiento de América. Lo que creía que iba a ser una novela de aventuras, se convierte en una recolección de historias y leyendas, a modo del Silmarillón de Tolkien, donde mitología y antropología se mezclan creando una realidad fascinante y excesiva. 

Es precisamente en ese exceso donde se produce el empacho, una tras otra, imposible en ocasiones retener la filiación de los personajes ni interpretar una nueva metáfora.

Como dije al principio, La camisa de hielo ha conseguido apasionarme en algún momento pero también expulsarme con la sensación de que esa acumulación no llegaba a ningún sitio, perdiendo todo interés en su complejidad.

Como cada vez que abandono un libro es un dolor por el que me siento culpable. Pero estoy seguro que este contará con muchos enamorados lectores con los que se resarcirá de mi fracaso.

Público

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