190 páginas
Disponible en ebook
Creo que nadie como Chejov en su teatro consiguió bucear en el interior del alma humana, materializando sentimientos universales como la angustia, la tristeza, la incomprensión o el desconcierto ante el sentido de la vida. He visto varias veces sus obras importantes y sé que podría hacerlo sin cansarme una y otra vez.
Por otro lado, sus cuentos son una geografía moral y física de la sociedad rusa de su época, su brutalidad, su profundidad, su injusticia y su anhelo.
Irene Nemirovski, de origen ruso, es una novelista que tiene mucho en común con ese autor en su narrativa serena y su precisión descriptiva. Salvo la inconclusa Suite Francesa, sus piezas son generalmente breves, por eso en principio me sorprendía que pudiese ofrecer algo tan complejo como la semblanza de una vida entera, sin embargo era difícil sustraerse de la oportunidad de apreciar como una de mis novelistas favoritas contaba a uno de mis dramaturgos favoritos.
Esta claro que Nemirovski admira a Chejov, que conoce su obra al detalle y que el personaje le produce en lo personal una honda ternura, y es desde esos sentimientos desde los que aborda su historia con la difícil vocación de evitar lo exhaustivo pero siendo capaz de trasladar al personaje y su peripecia vital. Y lo consigue.
La escritora traza perfectamente la línea que va desde su nacimiento en una familia pobre y brutal, a la que él nunca abandonará, hasta su fallecimiento ya como reconocido escritor y con una vida relativamente cómoda. Dibuja su infancia en la miseria, su traslado a Moscú y sus inicios en la narrativa breve, su amor por el teatro y su amor por las mujeres. Lo hace con una sensibilidad capaz de acercárnoslo, a él y a muchos de sus coetáneos, pero además, rodeándolo de un paisaje que nos ayudará a entender mucho mejor la sociedad rusa de la época, entre la civilización europea y la barbarie asiática.
Quizás, por echar algo de menos, me hubiese gustado que su creación dramática se tratase con el detalle de los cuentos, pero al llegar a esa época, el retrato se vuelva en su última historia de amor, muy relevante para entender al autor y para sentir la melancolía de sus últimos días.
Nemirovski en definitiva, consigue un logro equiparable a los de Stefan Zweig, convertir el conocimiento de un personaje público en un apasionante relato, y además lo hace sin traicionar su narrativa. Leer esta biografía es una gozada y nos acerca a la intimidad de un hombre capaz de entender y retratar como nadie y el alma humana.
Público
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