Director.-
Valeria Golino. Nicolangelo Gelormini
Intérpretes.-
Tecla Insolia. Valeria Bruni Tedeschi. Jasmine Trinca. Alma Noce. Giuseppe Spata. Guido Caprino. Nika Perrone. Viviana Mocciaro. Antonio De Matteo. Alice Canzioneri. Giovanni Calcagno. Alesiia Debandi. Paola Pace. Mariella Lo Sardo.
Duración.-
6 capítulos. 55' C.U.
Movistar +
No sé muy bien cual es el criterio que se utiliza, pero lo cierto es que en los últimos años, por lo menos dos series de televisión han entrado en la lista de Mejor Película de los David Donatello, premios de cine italianos. La primera fue Exterior Noche, que, dirigida por Marco Bellocchio, narrada el secuestro de Aldo Moro. La segunda es esta. Probablemente esto daría lugar a una reflexión, que yo dejo en mero reconocimiento, y es que hoy día las series, se han convertido en productos audiovisuales de primer orden, fuera del mero objetivo del entretenimiento alargado en el tiempo que, como las novelas por entregas en tiempos de Dickens, fue su origen. Además, el hecho de que ahora puedan disfrutarse de un tirón, modifica absolutamente la percepción que tenemos de ella.
Superada esta introducción, hablemos de El arte de la felicidad.
Estamos en 1900. Modesta, una niña campesina que vive en la más absoluta miseria pero que ya destaca por su capacidad para ser libre, vivirá un terrible suceso que la llevará a parar a un convento. A partir de ahí, tomará las riendas de su vida hasta convertirse en princesa de una aristocrática familia y enfrentarse a un futuro tan inmenso como poderoso, siempre siendo capaz de saltarse cualquier norma o romper cualquier barrera que se oponga a sus objetivos, y siempre reivindicando su derecho a ser feliz, aunque esa felicidad sea robada.
Al parecer, el origen es una novela reciente en la que se hace especial hincapié en el uso de la sensualidad en esa carrera ascendente, algo que se explicita a veces en exceso en la serie. Teniendo en cuenta que el fascismo se oficializa en Italia en 1919, creo que el escenario que aquí se nos ofrece es el germen del mismo, fruto de un estrato social podrido y vinculado al desprecio al resto de la humanidad por parte de las clases privilegiadas, frente a la intromisión de la vitalidad del pueblo que surge de la tierra y la injusticia y que, dolorosamente, terminarán fusionándose en muchos aspectos.
El guion es denso, en ocasiones cuestionable en sus decisiones, como el simbólico final, pero siempre rico en personajes y situaciones. La producción fastuosa. Y las interpretaciones magníficas. En este último aspecto, creo necesario destacar la creación que Valeria Bruni Tedeschi hace de su repugnante personaje, uno de esos regalos que sólo una gran actriz puede llevar a cabo dotándolo de alma y sin caer en la caricatura.
En resumen. El arte de la felicidad es un excelente producto, quizás algo emponzoñado por una innecesaria intención de atraer mediante la provocación ( algo patente incluso en su cartel ), y que, sin duda, contribuye a que el modelo de miniserie ( limitada y sin otras temporadas ), se acerque al producto cinematográfico, igual que en su día, largas películas como Érase une vez en América o, más recientemente, las historias de Tolkien, lo hicieron al mundo de las series.
Público
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