NOVELA: TREN A SAMARCANDA de Guzel Yajina

 

Acantilado

590 páginas

Disponible en ebook.

Creo que El corazón de las tinieblas y su utilización cinematográfica por Coppola en Apocalipse Now , son el paradigma del viaje al infierno, el que emprende un hombre por mandato, con el convencimiento de la importancia de su misión y que le llevará a territorios ignotos y oscuros, no sólo en el territorio exterior sino también en su alma y las de quienes le rodean en la epopeya. Posiblemente el origen de esa narrativa se encuentra en la Odisea homérica.

En este caso nos encontramos en Rusia en 1923, cuando tras la devastadora Revolución Rusa, surgida frente a la miseria de la mayor parte de la población, ese vasto país se encontraba asolado por el hambre y la pobreza, a la espera de que el comunismo les proporcionase el cielo en la tierra.

El Comandante Dreyer, principal protagonista, recibirá el encargo de trasladar a quinientos niños, desde el orfanato de Kazan a Samarcanda, más al sur, con el objetivo de salvarlos de la hambruna. Emprenderá esa épica misión en circunstancias extremas y teniendo que asegurar en cada tramo, tanto la convivencia como el abastecimiento del pequeño microcosmos que habitarán durante el largo viaje ese convoy que se conocerá con el nombre de La Guirnalda.

No he leído mucho de la historia de Rusia en esa época pero sí, vía los cuentos de Chejov con trasfondo rural, he tenido conocimiento de las condiciones de miseria en las que vivían gran parte del campesinado, especialmente en los duros meses del invierno. Lo que narra Yajina es mucho más feroz ya que, alrededor del viaje, van apareciendo historias y recuerdos de una brutalidad en ocasiones difícil de soportar, el ser humano arrastrado a la animalidad más absoluta y paisajes donde la desesperación se ha fundido con el aire impidiendo que nada crezca por encima de la ruina.

La novela es ambiciosa, grande, llena de recovecos y de tramas. En apariencia desordenada en sus saltos de perspectiva pero siempre avanzando hacia adelante con la fuerza de la vieja locomotora que tira de los vagones, haciéndolos cruzar territorios cada vez más oscuros.

Además, como siempre que nos asomamos a las profundidades del alma humana, nos enfrentamos a situaciones que nos cuesta reconocer y son muchas las dudas y las preguntas que se quedan en el aire. Que es un hombre bueno. Hasta donde es cierta la banalidad del mal. Cuales son los límites del horror a soportar o producir por cualquiera de nosotros. Pueden el bien y el mal coexistir en una misma persona e incluso en un mismo acto.

Llegamos al final, creemos que hemos llegado a destino, que, cruzando la oscuridad hemos llegado a atisbar la luz, hasta que el último párrafo nos recuerda hasta que punto un libro puede partirnos el alma. 

Tren a Samarcanda es una novela magnífica, tan dura como apasionante.

Público

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