Random House
175 páginas
Disponible en ebook
Tras leer las cuatro novelas de Han Kang publicadas en
España, tengo la sensación de que serían perfectamente encajables en géneros
narrativos tradicionales para hacerlos propios en unas metamorfosis
fascinantes. La Vegetariana podría ser un melodrama familiar sobre la
incomprensión de la pareja, Actos Humanos responde a la crónica bélica e Imposible decir
adiós a la narrativa de fantasmas. En ese sentido, La clase de griego, sería lo
más parecido a un cuento romántico de dos personajes doloridos que terminan
para compartir sus soledades.
Ella, una mujer que ha perdido el habla, que acaba de vivir
trances trascendentes como la pérdida de su madre y el alejamiento de su hijo.
Él, el profesor, un hombre condenado a perder la visión por una enfermedad y
que ha decidido, tras años de vida en Alemania, regresar a su país natal.
Como todos los personajes de esta autora, los dos se mueven
en un estado perenne de desconcierto intentando encontrar el significado a lo
que supone vivir, en un mundo donde la violencia se presenta de diferentes
maneras quebrando su fragilidad. Como siempre, son personajes que carecen de
ninguna malla de seguridad, seres solitarios incapaces de comunicarse con su
entorno.
Creo que precisamente esa comunicación, o su ausencia, es el
tema fundamental de La clase de griego, que remite en su esencia a un idioma
primitivo como método de salvación de aquellos que han perdido otras
facultades para acercarse a otros seres humanos, el habla, la vista, el oído….
Que lúcida la reflexión de que la sofisticación de los idiomas a medida que la
civilización avanzaba, creando palabras para explicarlo todo, incida en su simplificación y por lo tanto reduzca el
esfuerzo y consecuentemente el músculo de los hombres para expresar por si mismos.
Otra cosa sobre la que merece la pena hablar es la
caligrafía de Kang:
No entiendo cual es su mezcla alquímica, su magia. Se trata
de novelas compuestas de piezas muy artificiales, y sin embargo, consigue crear
una constante sensación de ligereza, incluso de naturalidad. La belleza es una
constante en el lenguaje, metáforas gráficas que fusionan la
narrativa íntima con el exterior. En este caso, incluso hacen aparición formas
cercanas a la poesía.
El conjunto es fascinante. Podría decirse que La clase de
griego es la más críptica de las obras publicadas de su autora y, sin embargo,
la termino una vez más con una gozosa sensación de descubrimiento. Sin duda Han
Kang es una de las voces más importantes de la literatura actual, capaz de
proponernos otra forma de contar vinculada a la necesidad que todos tenemos en
alguna ocasión de entender el mundo.

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