Victoria Carmen Sonne. Tryne Dyrholm. Besir Zeciri. Joachim Fjelstrup. Ari Alexander.
Definitivamente, nos va la miseria.
Cada vez que una comedia alcanza el beneplácito de la crítica, cualquier comentario al respecto parece necesitar de cierta justificación, y sin embargo, cuando nos ofrecen una historia con la sordidez de La chica de la aguja, cuesta posicionarse en contra.
Pues bien, yo no lo tengo nada claro en este caso.
Vayamos con la trama: una obrera cuyo marido, soldado, se ha dado por desaparecido en la Primera Guerra Mundial, cree ver un horizonte al establecer una relación con el dueño de la fábrica en la que trabaja. Cuando todo se desmorona y ante un embarazo demasiado incipiente, intentará deshacerse de la criatura. Por pura coincidencia entrará en contacto con una mujer que comercia con bebés y pronto comenzará a trabajar para ella. Todo esto en el paisaje de miseria donde se mueven la pobreza económica y moral, fruto de la crisis bélica.
No está mal ¿verdad?.
Es importante señalar además que, en las dos horas de duración de la cinta, no hay un solo personaje en el que primen las virtudes. Y que el director tiene a bien no ahorrarnos ningún momento de dolor.
Con todo esto, la lista de reconocimientos de la película es sorprendente. Ojo, no digo que no tenga valores. La textura en blanco y negro consigue una belleza extraña, las interpretaciones son destacadas y la narrativa es clara. Pero francamente ¿ es necesario sufrir tanto?.
Público
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