Turquía 2024
Murat Firatoglu. Salih Tasci. Sefer Firatoglu. Gunes Sayin. Ali Barkin. Firat Bozan. Cetin Firatoglu.
La narrativa oriental esta construida alrededor de los cuentos, pequeñas historias con moraleja donde el destino, siempre dispuesto a sorprender, es el verdadero motor en las vidas de sus protagonistas.
Eyup, es un joven agobiado por las deudas que pueden llevarlo a la cárcel. Incapaz de aceptar ayuda de su familia, se desloma como jornalero en la recogida de tomates hasta que una pelea con el capataz y la desesperación ante su situación, le llevará a pensar en una decisión drástica.
Pero las cosas no siempre salen como las planteamos, y a lo largo del día, diferentes encuentros imprevistos impedirán que Eyup pueda llevar su decisión a cabo, y tal vez incluso le obligue a replanteársela.
Hay varias cosas destacables en esta cinta en apariencia menor. En primer lugar su sencillez. La forma de contar es transparente, a menudo geométricamente equilibrada sino frontal. Muy limpia formalmente y en las pequeñas viñetas que se van produciendo de forma totalmente fluida.
En segundo lugar me llama la atención la luz. La fotografía es, sí, luminosa, alegre incluso en sus formas y colores, casi infantil. Y con ello extrae una continua belleza del entorno, sea este el fastuoso campo de tomates o una tranquila calle sin asfaltar; esa belleza, la encuentra también Firatoglu en los comportamientos de sus compatriotas, en su ingenua hospitalidad, en su disposición del tiempo propio y de los demás, en su capacidad de ayuda, e incluso en la ironía con la que el mismo trata a aquellos que representan la intrusión del capitalismo más radical. Cuanto amor y cuanta inteligencia en este retrato social.
Pero además, no nos olvidemos que los cuentos son también territorios para lo fantástico, donde todo puede pasar. Que las calles conocidas se conviertan en un laberinto, que una lata vacía de bebida sea una referencia a la que agarrarse, que un sencillo día se convierta en un kafkiano recorrido a ninguna parte.....
No. El día de la muerte de Hemme, aunque apenas dure ochenta minutos y parezca simple, no es una obra menor, sino una gozosa muestra de cine realizada con mimo y que me trae el recuerdo, nada menos que de El sabor de las cerezas, de Kiarostami. Esperemos que Firatoglu siga contándonos cuentos y que lo haga con esta misma sinceridad que aquí demuestra.
Público

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