ÓPERA: LA TRAVIATA de Giuseppe Verdi

 

Director de escena.-

Willy Decker

Director musical.-

Henrik Nanasi

Intérpretes.-

Adela Zaharia. Xabier Anduaga. Artur Rucinski. Gemma Coma Alabert. Albert Casals. Karina Demurova. Tomeu Bibiloni. David Lagares. Giacomo Prestia. 

¿Cuántas veces se puede uno emocionar con  La Traviata? ¿ cuantas veces puede sentir que se le sale el corazón al escuchar a Violeta pedir “Ámame Alfredo”?, posiblemente infinitas, tantas como se nos pueda ofrecer una representación tan magnífica como la que dirige Willy Decker en el Teatro Real.

Ya he comentado en ocasiones que, si bien la música de los grandes maestros me parece maravillosa, operísticamente me interesa mucho la vertiente teatral y sigo con curiosidad esa evolución que en las últimas décadas a convertido esta disciplina en campo de experimentación absolutamente libre y en muchas ocasiones atrevido.

Decker huye claramente de lo arqueológico y opta por un montaje fuertemente simbólico. La mujer como objeto de deseo y víctima, representada en ese traje rojo, los hombres sin rostro individual como una masa poderosa, el escenario como una jaula sin puertas, el tiempo que es reloj y anciano. Y la muerte, desdramatizada para los demás, convirtiéndose en muerte y soledad.

Además, opta por soluciones estéticas que me encantan, como su representación de la casa de campo.

Todo en esta propuesta es belleza y elegancia. Está cerca de las representaciones minimalistas de Carsen que siempre suponen un derroche de inteligencia visual. Y sobre todo, consiguen que la belleza de la música se presente transparente sin interrupciones.

Un momento para el recuerdo.

Este montaje estaba preparado para cerrar la temporada del Teatro Real el año de la pandemia. Obviamente no pudo representarse. Sin embargo, en un alarde de valentía y cuando las restricciones eran menores, el coliseo madrileño, optó por una representación semiescenificada de esta obra, lo que supuso un paso emocionante, a través de la música, hacia el retorno a la vida.

Ver ayer esta Traviata, me recordó aquel momento, pensé entonces que mientras podamos seguir escuchando a Violeta pedirle a Alfredo su amor, y sintamos  que algo se mueve en nuestro interior, siempre quedara luz para el futuro, incluso en los momentos más oscuros.      

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