NOVELA: TRILOGÍA de Jon Fosse

 

De Conatus 

160 páginas

Mi relación con Fosse parece haber entrado en fase de renacimiento, lo voy a contar:

Cuando le concedieron el Premio Nobel de Literatura, desconocía su existencia. Y como viene siendo habitual, me lancé a conocerle. Lo hice con Mañana y tarde, y no me gustó nada. Bueno, voy a precisar, las primeras 20 páginas, que nos describen el nacimiento del protagonista, me parecieron magníficas pero las cien restantes me sorprendieron por su banalidad.

Ya lo había retirado cuando el Teatro Español estrenó Viento fuerte. Y esta vez, me sentí atrapado por su precisión en el uso del lenguaje, su poesía inteligente y su capacidad de narrativa estática.

Entre darle otra oportunidad o no, llegó la Feria del Libro, una conversación en la caseta de De Conatus y Trilogía terminó en la bolsa.

Una vez leído, el veredicto es muy diferente al de nuestro primer encuentro. 

El libro esta dividido en tres piezas breves. Todo comienza como una versión pagana de la llegada a Belén de la Sagrada Familia. Asle y Alida, jóvenes, ella embarazada, huyen de su ciudad, llegan a otra, buscan posada y no la encuentran. Pero aquí, por parte del varón, no existe resignación. 

El mundo que les rodea es árido, ajeno a las relaciones humanas, de una crueldad medieval. Y quizás esa historia de amor, cuyos protagonistas muestran un infantil nivel de inocencia que quizás justifique sus comportamientos oscuros, sea la única luz, aunque esta no alcance más que el tenue temblor de una vela.

La narrativa de Fosse se empapa en la niebla del paisaje, moviéndose entre la realidad y el sueño, entre el recuerdo y el presente, con una libertad y una fluidez tan absoluta que en muchas ocasiones tengo que volver atrás para confirmar donde me encuentro. Pero no todo es fácil, no existen puntos de emoción, la tensión apenas existe, aunque ese fluir transmite una extraña sinceridad.

Lo que me queda claro al concluir Trilogía es que Fosse viene a unirse a otros descubrimientos para mi del Nobel que, capitaneados por Herta Muller, son voces diferentes, capaces de contar el mundo desde otra versión, con la riqueza de quienes, a través de las palabras, excavan en el misterio del alma humana, algo especialmente relevante en estos desconcertantes tiempos.

En el caso del autor noruego, lo que importa es la palabra, poniendo el peso en la densidad del significado. Con ellas construye textos e historias, hay verdad, pero exenta de cualquier falsa trascendencia. No sé si su obra es poesía, una poesía sólida y orgánica, pero lo que estoy seguro es que es literatura, claramente, elevando su lectura a un ejercicio exigente y gratificante. 

Definitivamente, me quedo con ganas. Volveré. No puedo decir que me haya enamorado de esta obra pero sí que me ha gustado el diálogo que se ha producido con su autor. Y que seguiremos hablando.

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