Alfaguara
320 páginas
Disponible en ebook.
Debo de ser de las pocas personas a las que no le gusta John Banville. En lo que se refiere a su alter ego, cuando se dedica a la novela negra, Black, creo que es mejor creando atmósferas que narrando tramas.
Por otro lado, la novela negra es uno de mis géneros favoritos y creo que existe una época dorada con los novelistas norteamericanos como Chandler o Hamnet que además impregnaros de sus historias y su textura ese cine clásico en banco y negro que tanto amé.
Con estas dos variables se entiende que tardase tanto en leer La rubia de ojos negros, una novela donde Banville/ Black se atrevía, nada menos que a resucitar a Phillip Marlowe. La verdad es que al principio me pareció casi herético, y sin embargo, ahora comprendo que, una vez más, los prejuicios son siempre un error.
Todo comienza como comenzaban tantas de las novelas a las que he hecho referencia: con el investigador privado en su despacho siendo visitado por una mujer explosiva que quiere contratarlo, en este caso para que busque a un antiguo amante desaparecido. Y por supuesto, todo se complica, mucho, dejando alrededor de nuestro héroe un rastro de cadáveres.
No falta nada. Ese amor romántico de perdedor. Las familias adineradas y llenas de secretos oscuros. Las mujeres fatales. La descripción de una ciudad llena de sueños y de pesadillas. Las situaciones al borde del precipicio. Los matones no demasiado inteligentes. También hay una trama compleja y bien urdida de corrupción y miserias humanas.
Pero además, lo más importante, es que hay un tono entre la ironía y una ligera amargura, entre el humor y el fatalismo, que siempre acompaña a Marlowe y que Black traslada sin asomo de artificio.
Lo mejor que puedo decir es que La rubia de los ojos negros casi parece escrita por Raymond Chandler y que me gustaría que esta entrega no fuese un experimento, sino el inicio de algo.
Público

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