CINE: VERMIGLIO de Maura Delpero

 

Italia 2024

Martina Scrinzi. Giuseppe De Domenico. Tommaso Ragno. Sara Serraioco. Carlota Gamba. Rachele Potrich. Roberta Rovelli. Santiago Fondevila. Orietta Notari. Anna Thaler.

Hay películas de invierno.

Y tengo que decir que, aunque prefiero el verano, a mi del invierno me gusta esa sensación de refugio que nos proporciona cuando tenemos un lugar a donde ir. Me gusta también su lentitud y ese punto de melancolía.

Verminlio comienza en invierno, rodeada de nieve. Y aunque luego rodará por todas las estaciones, acompañada de Vivaldi, es textura inicial, se queda pegada a la historia.

Todo ocurre en Italia, en un pequeño pueblo de montaña durante el final de la Segunda Guerra Mundial. Los protagonistas, la numerosa familia del profesor, un hombre respetado, capaz de llevar con mayor dignidad sus limitadas posibilidades económicas, pero también revestido con el machismo y la tiranía propias del pater familias de esa época y sociedad.

La llegada de un soldado huido que ha salvado la vida a un sobrino del maestro, y su relación con una de las hijas, conformará el drama que recorre la espina dorsal de la narración. A su lado, pequeños apuntes mostrados con precisión y sensibilidad para formar un paisaje tierno y triste, desolado y vital. El chico que no alcanza las expectativas de su padre, la joven perdida en su despertar sexual y atrapada en una vida sin ventanas, la niña a la que le toda la posibilidad de seguir estudiando, la madre constante y continua….

En Vermiglio ocurren muchas cosas y sin embargo parece que sólo estamos viendo la vida. Su forma de contar es reposada, sencilla en apariencia, pero también meticulosa con lo que cada gesto, cada mirada y cada palabra tienen un significado. Esta muy bien escrita y muy bien dibujada.

Posiblemente, en esa afición que todos tenemos a las comparaciones y las referencias, no será difícil compararla con el neorrealismo italiano, pero creo que, fundamentalmente, por el respeto a sus personajes y el amor con el que los trata.

Aquí no hay culpables sino personas dirigidas por las circunstancias, erradas a veces, seguras otras, pero siempre, absolutamente siempre, aferradas a la vida, buscando su calor y seguras de que es necesario seguir adelante, aunque haga frío fuera.    

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