España 2025
Manolo Solo. María de Medeiros. Branka Kstic. Rita Cabaco. Ivan Barnev. Luisa Cruz. Rui Morisson. Bianca Kovacs
Tengo un problema con esta encantadora película, y es que, por un lado, me habría gustado que fuese más pequeñita.
Me siento tan cómodo entre las paredes de esa finca en Portugal, merodeando por su jardín, conviviendo con personas simplemente encantadoras y midiendo los días entre la salida del sor y el anochecer, que me cuesta abandonar el refugio y salir al exterior cuando así lo decide quien nos cuenta la historia. Y aun así, tengo que reconocer que ese último rincón del cuento, de regreso a una ciudad tan populosa como Madrid, añade densidad a Una quinta portuguesa.
Sin dida la propuesta de Avelina Prat es una película literaria, una de esas historias que parecen escritas en lugar de filmadas y que fluyen sin que la tensión sea necesaria, caminando ligeras sin necesidad de explicaciones o de un rigor excesivo a la hora de explicar los trayectos. Con esa textura serena, la directora nos habla de la impostura que supone una identidad cuando la vida siempre puede comenzar de nuevo, cuando cualquier ser humano puede darle una bofetada al destino y apostar por lo totalmente inesperado.
Una coincidencia fácil regirá la vida de Fernando, también la de Olga, y con ellas la de Amalia y posiblemente muchas otras, porque las ondas expansivas son amplias pero no siempre dramáticas ni necesitadas de manifestarse con olas.
Es difícil avanzar sin contar nada y no quiero hacerlo. Es una experiencia encantadora sentarse a esperar que nos proponen los narradores en el próximo recodo, y verlo sin la necesidad de afectar más que una sonrisa de placer y sorpresa. Digamos sólo, que esta historia nos hace asumir, entre otras cosas, que hay relaciones que, por no encajar en los cánones más conocidos, no tienen porque carecer de esa fuerza que une hasta la muerte.
Creo que se podría calificar esta cinta como un feelgood movie ( que expresión tan poco agraciada ). En tiempos necesitados de drama, esta es una decisión valiente y arriesga. Y si este es el resultado, sólo nos queta que Prat no tarde mucho en volver a contarnos historias al oído.
Para terminar, ya se ha convertido en tradición confirmar el nivel interpretativo de Solo, pero que maravilla retomar a María de Medeiros y, sobre todo, su mirada y su sonrisa.
Público

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