Australia 2024
Podemos pensar que un caracol es una persona voluntariamente
solitaria, una persona encerrada en si misma, ajena al crecimiento y acomodada
en su concha. No busca la finalidad sino no sufrir, y aun así, sufre, mientras
que la felicidad se acerca pocas veces. Seguro que nos cruzamos a diario con
personas que nos parecen caracoles y que tal vez lo sean, asustados con el
ruido de alrededor y siempre deseando volver a encerrarse en su pequeño
refugio, con aquellas cosas que les hacen sentirse seguros.
Memorias de un caracol, nos habla de una de estas personas, una mujer que va perdiendo en su vida a las pocas personas que le han querido, la más dolorosa la de su hermano gemelo, y se va arrinconando poco a poco, Hasta entonces se habían construido juntos unas vidas habitadas por la amistad, la extravagancia y la literatura ( que magnífica elección de lecturas ). Desde ahí, todo deja de tener sentido para convertirse en falsas anillas a las que agarrarse.
Sólo la inesperada amistad de una anciana con una vida tan apasionante como inesperada, le abrirá finalmente una puerta de salida..
Es una historia triste y tierna, una parábola para adultos.
Hace mucho que el cine de animación dejo de ser infantil, y en este caso, no
podemos estar más lejos de ese público. Se habla de sexo, de perversiones, de
fanatismo religioso… y todo ello, con un toque de humor negro que nos hiela la
sonrisa.
Estéticamente, utiliza una morfología que traslada
perfectamente la agresividad del mundo exterior para con la protagonista y una
textura plástica gomosa y flácida. Nada es hermoso, no hay colores brillantes,
ni luces y estrellas. Pero en ese feísmo, el autor consigue producirnos una
ternura infinita.
Es una película magnífica. Un producto extraño y oscuro,
divertido y feroz. Aparentemente pequeño pero grande.
Creo que todavía la pensaré por un tiempo. Hacedme caso y
verla, pero no en un día de bajón.

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