CINE: LA SEMILLA DE LA HIGUERA SAGRADA de Mohammad Rasoulof

 

Alemania 2024

Soheia Golestani. Selare Maleki. Missagh Zareh. Mahsa Rostami. Nousha Akhshi 

Son muchos los directores de cine procedentes de los países árabes que, dentro de su país o en el exilio, utilizan sus historias para luchar contra la injustica y mostrar al mundo realidades totalmente inaceptables. Eso hace que en ocasiones, su obra se convierta en difícilmente analizable desde el punto de vista cinematográfico. Rasoulof de todas maneras, nos mostró en su obra anterior, La vida de los demás, su capacidad para conjugar ambas cosas; aquella película de episodios donde el primero te helaba el corazón.

En este caso, opta por un argumento más sencillo, en la medida en que podía responder a cualquier melodrama clásico con tintes políticos. Un hombre recién ascendido a juez deberá de lidiar con su conciencia ante las injusticias durante los disturbios en Teherán, mientras dentro de su familia, su mujer intenta mantener el equilibrio con dos hijas que comienzan a ser permeables a la realidad.

La primera parte de la cinta, con incorporación de material periodístico, es magnífica, meticulosa en el estudio psicológico de cada personaje, sus dudas, su necesidad de creer sin cuestionar. También en como poco a poco, esa autoridad presente y aterradora va introduciéndose en su entorno cotidiano, creando desde ambas direcciones, culpabilidad y miedo. La opresión se hace transparente cuando, como consecuencia de un suceso ocurrido en el hogar, la mujer y las dos hijas son sometidas al interrogatorio que refleja el cartel que acompaña a esta entrada.

Pero es también a partir de ahí cuando, a mi entender, el guion empieza a incorporar giros artificiales, sin rumbo, que dispersan la narrativa volviéndola errática. Me gusta muy poco el último tramo, más allá de soluciones formales acertadas.

En conjunto, La semilla de la higuera sagrada soporta bien sus casi tres horas y responde a la necesidad de contar y comprometerse. No por ello es una obra cinematográfica redonda. 

Nos queda el recuerdo de una muy buena primera parte y la seguridad de que sólo a través de creadores valientes como Rasoulof, las cosas podrán cambiar algún día.

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