Francia 2024
Abou Sangaré. Nina Meurisse. Younoussa Diallo. Emmanuel Yovanie. Alpha Oumar Sow
La historia de Souleymane que menciona el título no se refiere, como podríamos pensar, a su odisea vital, sino a la que debe de aprenderse y utilizar para conseguir que le concedan la nacionalidad francesa.
Trabaja como repartidor, con una licencia ilegalmente alquilada a un compatriota, recorre con su bicicleta un París tan vibrante como brutal, es parte de encuentros que se relatan como viñetas, donde hay espacio para la solidaridad y la ira, la bondad y el desprecio. Su vida es una vida al margen, como tantas, pero el director no nos deja olvidar que es una vida.
Con todas esas piezas, Lojikne va construyendo alrededor de Souleymane un viaje de dos días, siempre frenéticamente hacia adelante, donde no hay juicios ni conclusiones, sino material tan veraz que es imposible no sentirse afectado.
Y por supuesto, ante una historia así, no parece factible quedarse equidistante. Muchas veces he definido películas como necesarias por mostrarnos realidades que sólo conocemos de forma muy superficial a través de las noticias a pesar de estar cerca. Este es más que nunca uno de esos casos. Y no me siento capaz de acusarla de manipulación o de exhibicionismo, no sería más que una excusa para justificar mi incomodidad ante esa realidad. El director es transparente, honesto y capaz de no desviarse en ningún momento para primar su opinión frente al retrato veraz.
No voy a entrar aquí en el debate. No estoy preparado. Y no es este el objetivo de este blog. Pero baste decir que ha sido capaz de hacerme ver que existe efectivamente una gran historia alrededor de la inmigración, con situaciones complejas y poco generalizables, que debe de estudiarse desde una perspectiva exenta de demagogia, pero también historias individuales que afectan a seres humanos con nombre y alma, personas con tanto miedo, angustia, dolor o tristeza como cualquiera de nosotros.
Un último apunte. Viendo La historia de Souleymane recordaba los tiempos en que al cine social parecía exigírsele una estética artesanal, cierto descuido y pocos recursos. Gracias a Dios eso se ha superado y Lojikne nos ofrece una gramática precisa con un montaje febril que siempre da la sensación de correr hacia adelante, una fotografía capaz de conseguir la noche de París en un escenario abstracto y brillante, de un azul metálico. Y el supuesto "intérprete no profesional" consigue en este caso una actuación en la que, sin duda, hay mucho de personal, porque si no, no parece posible que pudiese dotar a su personaje de ese alma en carne viva. Con todo ello, la película consigue la tensión de un thriller, donde nos hemos compartido en el equipo que intenta empujar a Souleymane.
Los noventa minutos pasan tan veloces como las ruedas de la bicicleta. Y llega el final, esa entrevista que estábamos esperando y que nos hace contener la respiración. Y, si no hubiese más razones, que ha he dicho que hay muchas, sólo esos quince minutos merecerían ver esta película una y otra vez.
Público
.jpg)
Comentarios