Alfaguara ( y muchas otras editoriales )
190´páginas
Disponible en ebook.
Cada vez soy más consciente de lo ridículo del desprecio que
en mi adolescencia, tenía nuestra generación por nuestra literatura. Lo comenté
a propósito de las novelas de Elena Quiroga, parafraseando el comentario de Lourdes
Ortiz en el prólogo de Viento del Norte. Y vuelvo a corroborarlo en la lectura
de Con el viento solano de Ignacio Aldecoa.
Sebastián, el protagonista, es un joven gitano chulo y
vividor. Como consecuencia de una noche de juerga con exceso de alcohol, se
verá envuelto en una bronca que, en la huida, se complicará con una muerta. A
partir de ahí, sólo le quedará la opción de correr hacia ningún sitio, buscando
referencias que nunca serán refugio.
Aldecoa traza un camino siempre hacia adelante que va
adentrándose en un infierno de miseria y tierra seca, de naturaleza lejana e
indiferente y de lugares en ruina. Puntos de encuentro habitados por personajes
igual de perdidos, supervivientes y necesitados, solidarios en algún caso,
singulares siempre, vulgares algunos y extrañamente hermosos otros pero todos
empapados de desesperanza dentro de sus pequeñas historias.
Con retales teje Aldecoa el viaje a ninguna parte de
Sebastián, su calvario. Pero sobre todo, lo hace con una prosa de una calidad
superior capaz de enhebrar diálogos de un hiperrealismo fotográfico con
descripciones que mezclan el paisaje con la sensación que produce.
La novela es un todo compacto, un libro que puede ser
narración o poema o también crónica desesperada de la España de entonces.
Una obra única, cruda y fascinante, literatura en estado
puro.
Gracias a Dios, nunca es tarde.
Público
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