USA 2024
Timotheé Chalamet. Elle Faning. Mónica Barbaro. Edward Norton. Boyd Holbrook. Will Harrison. Charlie Tahan. Dan Fogler. Scoot McNayri. Eriko Hatsune. Joe Tippet. David Alan Basche. Michael Chernus.
Bob Dylan es una leyenda
viva, eso no lo duda nadie. Por supuesto por su música, pero también por su
personaje, más o menos artificioso, y por la época en que le tocó vivir. No es
fácil enfrentarse a la historia de un personaje icónico en la cultura
americana, con extensión universal. Su mito implica muchas cosas.
El primer acierto de A complete
unknown es la claridad de sus intenciones y la transparencia con la que
se reflejan en la pantalla. No hay un intento de profundizar en el ser humano,
sus motivaciones, descubrir el trasfondo de su carrera…. Lo que nos ofrece es la
narración de una parte muy concreta, desde sus inicios como un completo
desconocido hasta su éxito ( asumiendo que nunca dejó de serlo del todo ), con
una forma de contar clara y, en el buen sentido, centrada en la superficie. Es
una película donde pasan muchas cosas, y es a través de estas como podemos
pretender conocer mejor a sus personajes.
En lo que se refiere a Dylan,
su trayectoria podría considerarse no demasiado diferente de la de otros genios
de diferentes disciplinas: aparición, sorpresa, mesianismo, rechazo a la fama,
excentricidad mezclada con soberbia, dolor, inmadurez, y quizás traición o,
desde un punto de vista mas dramático, asesinato del padre.
En este sentido, el personaje que tan bien interpreta Chamalet es un diosecillo convencido de su capacidad
para convertirse en una deidad potente que sólo viva alrededor de la música y
de su capacidad de creación, tan infantil como egoísta, un hombre sin pasado,
capaz de crearse a sí mismo quizás como cobardía, quizás como decisión
inteligente para buscar su lugar. Pero eso sí: un genio. No es por supuesto un
retrato blanco pero nadie espera de un dios que lo sea.
Me siento cerca de los matices que vemos en él y en otros,
de esas inseguridades, la necesidad de seguir adelante, las dudas sobre la
bondad.
Hay otros dos aspectos que hacen de la película una
propuesta gozosa:
Por un lado, el retrato de una época en que la música era
otra cosa. Los años en que la protesta era una forma de buscar un mundo más
justo y en que una comunidad de artistas y de oyentes, orbitaban alrededor de conceptos
muy claros como el no a la guerra o la lucha contra el racismo. Cuantas veces, escuchando
a muchos de ellos, he sentido nostalgia de no contar con una historia similar,
de sentir sólo desde la distancia y no haber sido parte de esos momentos de
lucha y camaradería. La selección de imágenes, de pequeños puntos de anclaje
para mostrar ese paisaje y establecer el contexto histórico, es perfecta.
Y en segundo lugar, lo fundamental, las canciones. Recuerdo
que cuando vi Elvis me frustró un poco el hecho
de que la mayoría de las entradas musicales estuviesen muy reducidas. Lo que
nos ofrece aquí Mangold es casi un concierto. Y
si, como yo, eres un enamorado de esos autores, la experiencia es magnífica.
No sé si conocemos más a Bob Dylan después
de verla, sí es obvio que sabemos más de él, por ejemplo, que siguió la
trayectoria que algunos antes y algunos después, hoy referentes. Que fue un ser
humano buscando un sueño y que quizás nunca sepa si lo ha conseguido. Por el
camino nos ha dejado canciones inolvidables. Y ahora, también, una muy buena
película.
Para muchos jóvenes, esto será cine histórico. Y sí, es cierto que ha pasado el tiempo, también pasará por vosotros. Y un día descubriréis, sorprendidos, la nostalgia. A veces, en las frases de una canción.
Público
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