Antonio Areque. Mona Martínez. Javier Araque. María Araque. Nicolas Montoya. Emmanuel Medina
No sé donde está la alquimia de la belleza en una pantalla, de hecho ni siquiera sé que es lo que yo calificaría como belleza. Es más bien un sentimiento, ojo, no una sensación; algo más hondo, menos instantáneo y más complejo. Muy relacionado con la verdad, con el hecho de que alguien nos regale la visión de lo más importante que existe, la vida.
Antonio se ha ido a Madrid hace ya tiempo, regresa en Semana Santa a Écija, donde vive su familia. Sus padres, su hermana buscando un lugar en ese mundo, y su hermano mellizo, un enfermo de difícil convivencia.
Tengo la sensación de que Sandra Barrero conoce a la perfección el entorno donde sitúa su historia. Su retrato del paisaje y sus habitantes es inmensa, de esa familia donde el amor es tan innegociable como, en ocasiones, inútil, de la fragilidad y el miedo que nunca se cuenta, y de esos lugares donde la vida parece haberse estancado en un hastío cotidiano sin dedicar ni un sólo pensamiento al futuro.
Repito, no sé como se consigue, pero me siento atrapado en esa historia, cada detalle, cada mirada. Y sólo puedo agradecer la sinceridad de quien no necesita efectos para emocionarnos. He leído, en quienes alaban la película, hablar de su aspereza, y yo sin embargo la encuentro empapada de ternura. No tengo nada que ver con sus personajes, es como si viviesen en un mundo lejano, ¿puedo decir que envidio su necesidad de hacer que cada minuto de su vida sea importante? no, supongo que suena fatuo por mi parte, y sin embargo....
No sé si he conseguido contarlo. Por donde pasa el silencio es grande. Y no sé como ni porqué, pero la vería cien veces.
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