España 2024
Ángela Molina. Alfredo Castro. Mónica Almirall. Patricia Bargalló. Alvan Prado. Manuela Biedermann
Si tuviésemos que dar un premio a la extravagancia del año, Polvo Serán sería firme candidata.
De forma frontal, trata el tema de la eutanasia. Lo hace desde una textura extrañamente cultista en sus referencias. Y además, cuenta con números musicales tan originales como sorprendentes.
Claudia, la protagonista, es una actriz egocéntrica, anciana y enferma. Ha decidido poner fin a su vida antes de que el deterioro termine con su lucidez. Su marido, un director teatral, no puede imaginar la vida sin ella, y por eso ha tomado la decisión de acompañarla. Lo que nos cuenta Marqués- Marcet no es más ( ni menos ) que la reacción de sus hijos cuando se lo cuentan y el viaje final a Suiza, hasta el último minuto.
Todo gira alrededor de esa pareja, de ese amor inmenso que les lleva a no poder imaginarse la vida sin el otro, por encima del desconcierto de sus familiares o de las lógicas dudas que llegan en algunos momentos. Y para darle entidad, era indispensable la presencia de la pareja protagonista. Están magníficos. Alfredo Castro es un actor excelente, sutil. Lo de Ángela Molina es fascinante; su rostro, su mirada, su movimiento, sus arrugas, una belleza absoluta, una voz peculiar y maravillosa. Es el epicentro de todo y no puedo evitar pensar que sería capaz de hacer girar a su alrededor a una multitud. Ella es la razón de que exista el primer plano.
Los números musicales están obviamente más cerca de Bailando en la oscuridad que de Hollywood. Con coreografías orgánicas y atractivas pero sin olvidar los referentes clásicos ( plumas, figuras aéreas ) y con canciones que complementan la narración.
No esperéis reflexión, no la hay, no hace falta porque nadie discute el derecho. Simplemente es una forma de contárnoslo, totalmente novedoso en lo estético pero que no olvida acercarnos con sensibilidad y delicadeza a la humanidad de sus personajes.
Una película tan arriesgada como desprejuiciada, capaz de hablar con frescura de la tragedia y de evitar el drama pero no la emoción. Como he dicho al inicio, es extravagante, brillante y libre.
Recuerdo otras dos de Marqués- Marcet y ambas era singulares. Sigue en la línea. Y sigue acertando, es lo que tiene el riesgo, que cuando sale bien, el placer es doble.
Público
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