Ester Expósito. Mathilde Olivier. Malena Villa. Alex Monner. Sonia Almarcha. Tomás del Estal. Lía Lois. José Luis Ferrer.
Se habla últimamente de la resurrección, yo creo que más bien legitimación, del cine de terror. Como la comedia, el miedo siempre ha sido considerado menor. Uno de esos absurdos de quienes creen que aquello que produce reacciones epidérmicas es pobre, frente a una obligación perenne de trascendencia ( me encanta hacer estas declaraciones siempre que vienen a cuento, ya lo sabéis ).
Pues bien, creo que esa legitimación se debe más a películas como El llanto, o Longless, por ejemplo, que a gigantes y divertidas extravagancias como La sustancia.
Una joven adoptada comienza a percibir extrañas realidades, el sonido de un llanto, la imagen de una sombra. La situación que terminará en tragedia. Desde su historia saltamos a Argentina, a otra mujer con los mismos desequilibrios, pero ahora desde una observación externa.
Para mi el terror es esto. No toneladas de sangre o miembros cercenados, sino un figura imprevista, una oscuridad de contenido imprevisible, y Martín Calero maneja eso a la perfección utilizando los lugares comunes del género: los fantasmas crueles, la herencia maldita, el edificio diabólico.... El conjunto es un ejercicio de tensión concentrado, casi una obra de cámara tremendamente efectiva. Probablemente pueda echarse en cara al guionista/ director sustituir las explicaciones por la metáfora ( en este caso de la violencia de género ); a mi me vale, nunca he necesitado entenderlo todo de los misterios, es más, me gusta que se me deje construir parte de esa capa que siempre queda por debajo.
Había leído criticas diversas, mis expectativas eran limitadas, y me he encontrado con un producto muy sólido que me ha hecho pasarlo muy bien pasándolo mal.
Y además tengo la sensación de que el cine español está teniendo un año de magníficas óperas primas, algunas muy personales, otras, como esta, con mucho cine detrás. Benditas sean.
Público
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