CINE: DAHOMEY de Mati Diop

 

2024 Senegal

Documental.

El núcleo narrativo de este documental es aparentemente simple, en noviembre de 2021, 26 piezas históricas del Reino de Dahomey, fueron devueltas desde París a su lugar de origen, la República de Benín. Estos tesoros, que habían sido saqueados por las tropas coloniales francesas en 1892, regresaban a casa tras muchos años de ausencia.

Nuestro guía en este viaje será una de esas esculturas, reducida en este retorno a un número, el 26, con ella y sus desconcertadas reflexiones, desde la sencillez de la duda, se dibuja un cuadro precioso del significado de lo que está ocurriendo, al tiempo que queda abierto un debate sobre su relevancia.

En el cuadro, entendemos el significado de unas piezas que lo que realmente nos están trasladando es la existencia del tiempo. Recordándonos que también el presente forma parte de la construcción de la Historia, nos pinta un retrato de la cultura de un territorio que incluye orgullo y legado. Asistir a lo festivo de la llegada de las piezas a su nuevo emplazamiento, a como los obreros encargados de la adecuación del espacio se quedan extasiados contemplándolas, o como un visitante le canta... producen una extraña emoción en la que detectamos algo más profundo.

El debate, del que además se nos ofrece un ejemplo real, nace de dudas tan claras como si hay que mostrarse agradecidos por una devolución parcial, si se debe de entender esto como un final o la importancia que puede tener este suceso cuando gran parte de la población está en el umbral de la pobreza. Diop recoge las preguntas sin imponer respuestas, ni siquiera las propone, pero escucha y nos invita a escuchar.

Y además está el elemento cinematográfico, con una serenidad en la observación que consigue que la belleza y la elegancia estén presentes en una narrativa que se guía por la mirada. Cargada de elementos, la propuesta es meticulosa, desde esa primera escena que nos recuerda el destino de muchos africanos en Europa. Todo es verdad, y la directora nos la lanza, sin agresividad, pero también sin disfraces.

Al final, en medio de la sorpresa de que sesenta minutos puedan ser suficientes para tanta riqueza, nos queda una voz que viene desde el pasado, que esta descubriendo el presente y que afronta el futuro. La voz de la Historia, que nos recuerda que el tiempo, al fin y al cabo, es otro camino por el que transcurre la vida, y que nosotros somos solamente un ínfimo retazo.

Dahomey es una pequeña joya, una obra extraña y fascinante, sin duda lleno de amor, pero también de incertidumbre.

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