USA 2024
Lily Rose Depp. Nicholas Hoult. Bill Skarsgard. Willem Dafoe. Ralph Ineson. Aaron Taylor Jonhson. Simon McBurney. Emma Corrin.
Hay maridajes en cine que parecen predestinados. Los universos de Tim Burton y Roal Dahl eran demasiado cercanos como para no encontrarse. Pinocho, un personaje que no era extraño que terminase en manos de Guillermo del Toro o de Moretti. Según esta lógica, Eggers y Drácula tenían que terminar juntos.
Así, una de las promesas del cine de terror de calidad, recurre a uno de los mayores mitos del género, el Conde Drácula, aunque sea utilizando el referente menos manido y más exótico de la película de Murnau. Da igual, la historia es la de la novela de Bram Stoker aunque se traslade a Alemania, una obra que para mi no está suficientemente valorada como una de las joyas de la literatura universal.
Eggers escribe y dirige. Su propuesta es coherente en todas sus piezas y, personalmente, me siento mucho más cercano a ella que a la grandiosidad barroca y desmesuradamente romántica de Coppola. Eggers es sobrio, lo ha demostrado en sus películas anteriores, casi antropológico en su acercamiento al miedo.
Para empezar, el guion recoge el mito de la bella y la bestia, pero está mucho más cercano a la textura de un cuento, a la narración clásica, aportando, frente a explicaciones místicas o científicas, la ingenuidad del relato tradicional de terror, algo muy transparente en las explicaciones del personaje interpretado por Dafoe ( el Van Helsing del original ). Además, otorga el mayor protagonismo a la parte femenina y establece, en la línea argumental principal, un fuerte contenido sexual que, pudiendo contrastar con cierta inocencia en el argumento, crea un contraste muy atractivo.
En lo que se refiere a la dirección artística, la producción es magnífica. La ciudad donde habitan los protagonistas es un precioso y oscuro escenario de invierno, el bosque, el castillo, la posada de los gitanos, el barco donde se traslada el ataúd del conde.... todo tiene una pátina casi literaria perfectamente reconocible. Y con ese material, Eggers rueda de una forma efectiva y meticulosa, en un color que es casi siempre blanco y negro, donde pocas veces pasa la luz y, sobre todo, con un magnífico manejo de las sombras que equilibra a la perfección el horror entre lo mostrado y lo sugerido. En este sentido, la morfología del vampiro es un magnífico acierto.
Este Nosferatu, al que muchos parecen echar en cara su falta de aportaciones sobre su referente, es para mi un ejemplo excelente de superproducción del género, huyendo de lo evidente, apostando por lo narrativo, con trazas de relato ilustrado, de gran guiñol, con vocación de clásico. Sin duda la mejor película de su autor. Dos horas que pasan volando.
Otra pareja para Eggers sería sin duda Frankestein pero parece que la próxima versión de la novela de Mary Shelley será de del Toro. No importa, quedan aun muchos mitos del género sobre los que me gustaría conocer su visión. Además yo siempre he sido más de Stoker.
Público
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