TEATRO: TODOS PÁJAROS de Wadji Mouawad

 

Director.-

Mario Gas

Intérpretes.-

Vicky Peña. Pere Ponce. Manuel de Blas. Anabel Moreno. Candela Serrat. Alex Peña Miralles. Juan Calot. Lucía Barrado. Nuria García. Petro Olivera.

Wadji Mouawad es sin duda un dramaturgo comprometido, tanto con el mundo en el que habita como con la propia literatura dramática. Sus obras afrontan conflictos actuales con la crudeza necesaria para impulsar a la reacción, pero además son piezas complejas y densas, grandes en volumen, y ajenas a las convenciones de duración en el modelo actual de consumo rápido.

Sus textos son tan apasionantes como exigentes. Sus historias están emparentadas con las grandes narraciones mitológicas que enfrentan al ser humano a los recovecos de un destino que no maneja. Su lenguaje empapado de poesía, consigue elevar la trama ayudando a integrar cualquier posible inverosimilitud. Son el equivalente teatral a largas novelas. Al público nos sitúa ante dilemas morales sobre los que sólo nos deja preguntas.

Conozco Incendios, su obra más trascendente, y Cielos, que tan bien versionó Peris Mencheta en la Abadía. Todos pájaros tiene el mismo nivel de complejidad y longitud. Quizás menos equilibrada en su algo alargado final, pero contiene su misma hermosura y supone igualmente un apasionante viaje intelectual y emociona. Nos habla de la identidad heredada, de la filiación como forma de encontrar nuestro lugar en el mundo. El núcleo es la lucha sangrienta entre árabes y judíos y este conflicto histórico se materializa aquí a través de un juego de contradicciones alrededor de una historia de amor entre Capuletos y Montescos.

El problema en este caso está en la producción.

Por un lado, lo que se pone en pie, es poco generoso. Una escenografía compuesto de una plataforma irregular y completado con elementos mínimos, una pantalla al fondo cuyos títulos y mensajes en algunos casos resultan algo confusos y otras útiles. Tampoco la música ni la iluminación aportan mucho valor.

Podría pensarse que la idea es impulsar la escucha del texto en toda su pureza, sin embargo, el nivel de la interpretación no ayuda. Es irregular. Todo se dice con una solemnidad que no es necesaria y que ahoga una narración ya densa en si misma. Resta credibilidad y aleja. No consigue que ninguno de los personajes nos resulte cercano, quizás sólo la profesionalidad de Vicky Peña se salve.

Creo que, en general, esta propuesta adolece de una falta de dirección, plana, sin interés, y superada por el propio texto. Una pena. Mouawad necesita un nivel de implicación a la altura del riesgo, y si se consigue, lo que ofrece es grande. Lamentablemente este no es el caso.

Público

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