CINE: RIVALES de Luca Guadagnino

 

USA 2024

Zendaya. Josh O'Connor. Mike Faist. Hailey Gates. Nada Despotovich. 

A veces pienso que ya nos conocemos todas las historias. Tantas películas, tantas lecturas.... al final todas son variaciones sobre las recurrentes pasiones del ser humano: el amor, la ambición, la envidia, la soberbia, la bondad....Lo importante, posiblemente, esté en cosas tan sutiles como los matices o el nivel de profundidad, y también en la forma de contarlo.

Esto viene a colación de Rivales, la última película de un interesante director como es Guadagnino. Porque el núcleo narrativo de lo que nos cuenta, está muy cerca de muchas historias clásicas, y sin embargo, nos parece absolutamente moderna.

Los protagonistas son tres: amigos íntimos desde la adolescencia, que comparten la afición por el tenis, uno de ellos más convencional, el otro más atrevido. También la mujer que impactará entre ellos dinamitando esta relación.

Con un guion que navega sin descanso entre pasado y presente, y que a pesar de su vitalidad se hace pronto fácil de seguir, asistimos a la rivalidad de los dos deportistas, no sólo en las canchas. Lo más relevante es el preciso dibujo de estos personajes y la sutilidad con la que se va construyendo un thriller emocional de varias capas.

Por supuesto, es cierto que esta historia de amistad no es nueva. No lo es Patrick, muy bien interpretado por O'Connor, que representa a tantos buscavidas que hemos visto infinidad de veces, ni la tierna formalidad de Art, un ganador que parece no preparado para serlo. Y naturalmente, tampoco lo es la mujer fatal con la que nos sorprende Zendaya.

Pero, que bien escrita está. Y que bien contada.

Porque, ya lo he dicho, Guadagnino consigue que Rivales sea una película totalmente moderna. Para ello utiliza, ya lo hemos dicho, un ritmo temporal frenético. También una música vibrante y protagónica. Una apertura a lo sexualmente más explícito de lo habitual en producciones americanas. Y cierta ambiguedad muy bien equilibrada en las relaciones.

El resultado es divertido y gozoso, emocionante cuando debe y tenso, lo más llamativo es que consigue sorprendernos con una historia que, ya lo hemos dicho, no es nueva, y finalmente, nos regala en el último partido, un ejercicio logradísimo de virtuosismo cinematográfico.

Una apuesta ambiciosa y lograda, sin complejos. Al final, lo que nos gusta a todos es eso, que nos cuenten buenas historias aunque sea una y otra vez.

Público

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