TEATRO: UN DELICADO EQUILIBRIO de Edward Albee

 

Director.-

Nelson Valente

Intérpretes.-

Alicia Borrachero. Ben Temple. Manuela Velasco. Joan Bentallé. Cristina de Inza. Anna Moliner

Algo que siempre me atrapa de los dramaturgos americanos considerados clásicos ( Williams, Miller, Albee, Wilder… ) es su magnífico manejo de la estructura dramática, su capacidad de desarrollar conflictos desde una estructura perfecta donde el diálogo y la acción fluyen sin fisuras y la tensión está perfectamente graduada.

Esta característica está también presente en Un delicado equilibrio, una obra que desconocía y donde, una vez más, Albee dinamita las estructuras familiares tradicionales y nos muestra la podredumbre de los cimientos que sostienen una continuada vida de pareja. Creo recordar que es de Tolstoi la frase que se repite aquí y que habla de la monotonía de las familias felices. Posiblemente la duda del autor y si puede existir algo así como una familia feliz, lejos de las convenciones propuestas por una sociedad acomodaticia y cobarde.

Agnes y Tobías son un matrimonio quizás complejo pero en apariencia equilibrado. Aceptan incluso las notas disonantes que provocan una hermana alcohólica y una hija en su tercer divorcio, pero ese equilibrio tan delicado, se verá profundamente afectado ante la extraña visita de sus mejores amigos.

Como he dicho antes, Albee compone a la perfección el recorrido dramático, sobre todo centrándose en el desarrollo de sus personajes. Cada uno de ellos es perfecto en su complejidad, sus inseguridades, sus miserias y su necesidad de salvación. Conocemos vestigios del pasado por el que han llegado a ser como son. Somos conscientes de, sí, la precariedad del equilibrio….. ¿o no?.

La versión que se nos ofrece, saca lo mejor del texto y consigue una fluidez que hace que se superen las dos horas sin baches. Contribuyen unas interpretaciones muy potentes, en especial la de Alicia Borrachero, perfecta y llena de matices y la de Ben Temple, desnudo en su fragilidad. Me sorprende una magnífica Manuela Velasco a la que quizás encuentro algo juvenil para el personaje. Sólo un pero: la visita de los amigos no alcanza el nivel perturbador necesario, incluso puede confundirse con un recurso de comedia y así respondieron algunas risas del público, puede ser un problema de interpretación o de dirección pero le resta intensidad al conjunto.

Pero en general, tengo la sensación de asistir a una muy buena noche de teatro de texto, una propuesta clásica que tiene algo de mirada hacia atrás pero que es totalmente actual, tanto en una mirada al mundo y sus convenciones como, si nos atrevemos, en una mirada más individual e interior que nos recordará que todos tenemos nuestros propios fantasmas.

Bravo     

Público

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