Director.-
Jesse Amstrong. Adam McKay. Mark Mylod. Andrij Parekh. Adam Arkin. Miguel Arteta. SJ Clarkson. Shari Springer Berman. Robert Pulcini. Kevin Bray. Cathy Yan. Lorena Scafaria. Becky Martin. Matt Shakmann.
Intérpretes.-
Brian Cox. Jeremy Strong. Sarah Snook. Kieran Culkin. Nicholas Braun. Matthew Macfayden. Alan Ruck. Alexander Skarsgard. J Smith Cameron. Justine Lupe. Peter Friedman. Hiam Abbass. Arian Moayed. Fisher Stevens. David Rasche. Zoe Winters. Hope Davis. James Cromwell. Harriet Walter. Eric Bogosian. Holly Hunter. Cherry Jones. Annabelle Dexter Jones. Danny Huston.
Duración.-
4 temporadas. 10 capítulos c.u. 60' capítulo
Cuando pensamos en el Rey Lear todos tenemos presente su faceta de víctima debido a la ingratitud de sus hijos. El personaje de Cordelia hace la labor de contraste: el hecho de que ella sea bondadosa, reafirma la maldad de las demás hijas como una elección personal y limpia de alguna manera la memoria de su padre.
Sin embargo, creo que, sin duda, Lear era un tirano que había sustentado su fortaleza en el sometimiento de los demás, y por supuesto responsable en todo o en parte del desarrollo emocional de sus hijos. Sin Cordelia no hay contraste, sólo queda el dolor y el daño transparente.
Creo que de eso va Succession, esta magnífica serie que he tardado tanto en ver pero que me he tragado de golpe.
Logan Roy, magnate de un conglomerado mediático que recuerda de alguna manera a Murdoch, está en las últimas. Eso no impide que siga siendo una persona tiránica en sus comportamientos y que siga ostentando un poder absoluto sobre todo lo que le rodea. Pero sí marca el pistoletazo de salida para que sus hijos y colaboradores se lancen a una lucha cruel y patética sobre su sucesión.
Los descendientes son tres varones y una mujer, ninguno compasivo con su patriarca. En su accidentada carrera estarán rodeados de otros parientes, consejeros y multitud de personajes, pero para mi, son ellos junto con su padre quienes componen verdaderamente el núcleo de la trama.
Son personas enfermas, débiles, tóxicos. Destrozados por una falta de respeto y amor y por su propia aceptación de un lugar segundario en sus vidas. Cada uno a su manera, mezcla adicciones con ansiedades y ello les lleva a decisiones erráticas y a mucho dolor. Tengo que reconocer que lo que más me gusta de Succession son esos momentos entre ellos en que de alguna manera aparece el cariño que, posiblemente, no sea más que la necesidad de los niños perdidos que fueron para sentirse amados. Esos momentos infinitamente tristes porque sabemos que segundos después su inseguridad les obligara a traicionarse unos a otros.
Son fruto de un Lear manipulador, sin escrúpulos y convencido de su propia inmortalidad. Son víctimas y verdugos.
La escritura y la realización es totalmente epidérmica. Cada capítulo es generalmente una set piece centrada en un acontecimiento y avanza a golpe de diálogos más que de acciones. En ellos, se expresa de forma descarnada la pornografía del dinero y el poder, con un lenguaje tan explícito como sucio. Pocas veces hemos escuchado tan alto nivel de obscenidad ni se había multiplicado esta con una cámara que se pega a los rostros mientras se inmiscuye frenética en cualquier entorno íntimo.
Succession habla de la autodestrucción de un mundo que nace castrado para el amor, la fuerza más importante. Y lo hace desde la crítica al descarnado capitalismo pero también desde la familia como institución social. Entendamos un mensaje de esperanza al recordarnos que ahí es donde está la salvación, pero también el peligro si nos olvidamos de su relevancia.
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