NOVELA: LOS VÍNCULOS INVISIBLES de Juanjo Fernández- Arroyo Manso

 

Editorial Círculo Rojo

460 páginas

Disponible en ebook.

Siempre tengo la sensación de que un buen escritor establece en los primeros capítulos un acuerdo con el lector. No sólo le propone una historia sino, lo más importante en ese momento inicial, le informa de cual va ser el tono, del nivel de realidad, el estilo...y así es más sencillo subirse a la lectura y avanzar cómodamente.

En este sentido, la primera novela de Fernández- Arroyo es transparente. El autor es un narrador clásico y completo, de esos que disfrutan contando y lo hacen con tiempo y detalle, atento al entorno y al desarrollo del arco de sus personajes, creando pequeñas anécdotas que van sustentando la trama principal. Para mi, esa estirpe de narradores es donde se colocan Dickens, Somerset Maughman, Galdós o Steinbeck. Su estilo es contar.

Los vínculo invisibles es la historia de dos personajes unidos por la sangre, padre e hijo, que componen un díptico totalmente dramático, sustentado en un odio visceral. Y el autor compone su libro a través de sus dos vidas que por momentos se individualizan, para fusionarse especialmente en sus últimos capítulos.

La del padre es un devenir tan fascinante como magníficamente estructurado. Un niño de origen miserable que terminará siendo, con su falta de escrúpulos, un hombre con poder inmenso y una gran fortuna,  el peor ejemplo del arribismo de una España franquista gris. Un personaje totémico, terrible y tristemente creíble. 

La del hijo, nos guía por la integración que, durante la transición, en muchos casos, rompió las líneas de la sociedad de clases que hasta entonces parecía inamovible, y lo hace llevándonos a habitar un Madrid vibrante y donde aterrizaba una libertad joven, ansiosa y algo ingenua, porque todavía resultaba difícil quitarse de encima restos de una formación mucho menos abierta. Su historia de amor es precisamente una hermosa referencia a este respecto.

El autor compone esos recorridos con rigor y meticulosidad. Estamos ante una propuesta realista y no existen trampas. La continuidad es perfecta, fluida. No hay lagunas ni caídas de ritmo hasta llegar a un final un tanto precipitado.

Con todo esto, el autor nos ofrece una novela amplia, ambiciosa y muy bien escrita que se disfruta leyendo como ocurre con las buenas historias que se cuentan bien. Como me gustan estas novelas que devuelven a esta definición literaria su esencia.

Público

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