Animación
Sí, creo que ya lo he dicho en alguna ocasión, me gusta
mucho el cine de animación, mucho. Me gusta aquel cine de animación
hiperrealista que se ha convertido en otra forma de contar el cine de adultos,
me gusta también el infantil, el de toda la vida que nos retrotrae a tiempos de
ingenuidad, el exquisito de Studio Gilbi …. Pues bien, aun dentro de ese género
me encuentro agradables sorpresas y sin duda Robot Dreams es una de ellas.
La historia, a pesar de ser una película española,
transcurre en Manhattan, una ciudad de colores brillantes y mucha soledad. Los
personajes, de una divertida morfología anual, pueblan esas calles y edificios
donde nuestro protagonista, un simpático perro, se siente solo y aburrido. Por
eso se comprará un robot que pronto se convertirá en su amigo inseparable.
No voy a contar nada más. Baste decir que el desarrollo de
esta peripecia, donde la música sustituye las palabras, es siempre sorprendente
y se realiza desde ambas visiones. Que extrae lo mejor de un dibujo libre y plural,
y que sea fascinante el meticuloso nivel de detalles en el que se mueve, los
cambios de foco, la multiplicación de
perspectivas….. con todo ello, la película es visualmente de una riqueza
apabullante.
Y que decir de los sentimientos que nos provoca. Robot
Dreams es una delicadeza encantadora empapada de ternura.
Sí, el cine de animación tiene algo de retorno a la
infancia. Incluso en las que son para adultos, nos pide un nivel de compromiso
con la veracidad. En este caso, nos lleva de la mano a las tierras de la
inocencia, cogiéndonos suavemente de los dedos y sonriéndonos de forma
transparente.
Es muy difícil decirle que no a esta joya.
Público
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