NOVELA: LE DEDICO MI SILENCIO de Mario Vargas Llosa

 

Alfaguara 

380 páginas

Disponible en ebbok

Creo que Vargas Llosa pertenece a la saga de los grandes narradores, una estirpe de autores que se remontan a Dickens, a Tolstoi, a Clarín.... personalmente considero que alcanzó su zenit con Conversación en la catedral, pero alrededor escribió muchas otras inolvidables como La fiesta del chivo, Lituma en los Andes, Historia de Mayta... Siempre que abro un libro suyo sé que voy a encontrarme algo. Cualquier obra suya menor, está por encima de la media.

Se supone que Le dedico mi silencio puede ser su última novela. En ella regresa a Perú, como tantas veces, para hacer un recorrido histórico que, en esta ocasión, se desarrolla a través de la música popular. Y, jugando una vez más con la estructura, conjuga narración y crónica.

La prosa de Vargas Llosa es siempre gozosa. Y sí esta propuesta no es una de las grandes es, en mi opinión, por un problema de elección.

Todo comienza cuando Toño Azpilicueta, un gacetillero mediocre, especializado en la música popular peruana, es convocado a un concierto privado donde tendrá el placer de escuchar a un guitarrista único y desconocido, Lalo Molfino. Su necesidad de entender la genialidad y la desaparición de ese personaje, le llevará a soñar con la posibilidad de llegar a alcanzar una alquimia de unión de su país a través de esas baladas autóctonas.

El protagonista por lo tanto es Toño, un hombre gris con una vida gris. Y a mi me fascinan estas páginas cuando pertenecen a Lalo, un ser brillante y fantasmal, fruto de la miseria donde ha brillado como un genio.

Recorro sin problemas estas trescientas páginas, pero sé que si la dirección hubiese sido otra lo hubiese hecho con pasión como tantas veces me ha ocurrido con las novelas de su autor. 

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