Zhu Ylong. Chloe Maayan. Tianial Hou. Tong Lin Kai
Filmin
Todo comienza con un crimen, como debe de ser en el buen cine negro, en este caso en el entorno rural de un pequeño pueblo de China. Un crimen sin demasiado sentido, el de una mujer anciana que vivía sola, con un loco aparentemente inofensivo al que ha acogido, y que nunca había hecho daño a nadie.
La investigación, que en principio parece sencilla, va abriendo nuevas capas al tiempo que se acumulan nuevos muertos, y mientras, van aflorando pequeñas historias, de infidelidad, de identidad escondida, de engaños administrativos.
El detective encargado de la investigación, se va hundiendo en su búsqueda interior, en sus dudas sobre la importancia de la verdad y en la insatisfacción de su vida personal y en el reconocimiento de su propia mezquindad. Es difícil sentir empatía por este personaje.
El guion parte de un realismo apoyado en lugares comunes del género para ir avanzando poco a poco hacia un territorio al que los sueños otorgan un nivel onírico que empasta a la perfección con la cada vez más densa trama. Shujun, saca de ahí lo mejor con unas imágenes que parecen siempre moverse en la penumbra gris de una lluvia casi constante. La narrativa es densa y consigue, sin perder la aparente linealidad de la investigación, contarlo desde la mirada interior del protagonista en una sensación constante de pérdida.
Al final, lo que queda es una metáfora, posiblemente algo confusa para algunos pero que yo considero temendamente eficaz sobre una sociedad donde existe una capa de seres humanos con una importancia mínima para las instituciones.
El silencio del agua es políticamente valiente, y deja un sentimiento general de desasosiego. Un cine que seguramente es mucho más necesario de lo que aquí podemos entender.
Público
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