CINE: SALTBURN de Emerald Fennel

 

USA 2023

Barry Keoghan. Jacob Elordi. Rosamund Pike. Alison Oliver. Richard E Grant. Carey Mulligan. Archie Mdekwe. Paul Rhys.

Es llamativo, la unidad de estilo que existe entre las dos películas más conocidas de Emerald Fennel, Una joven muy prometedora y esta, y también cierta unidad temática.

En ambas, la directora y guionista arremete contra la sociedad aparentemente correcta. En la primera, frente a la cultura machista de abusos y desprecio, en esta, frente a la desigualdad social basada en el dinero y en prebendas supuestamente adquiridas pero nunca merecidas. En las dos, su mirada es cruel y en ambas, para ello, utiliza un estilo que, en ocasiones, roza el esperpento, lo que hace que pueda perderse credibilidad a cambio de ganar en eficacia.

También en las dos el personaje principal, un outsider, tiene claro su objetivo, bien sea de venganza bien sea de apropiación, y su comportamiento para conseguirlo nos lleva a pensar en un punto de trastorno.

Creo que Saltburn avanza un poco más, y con ello, también arriesga más. El desarrollo de Una joven prometedora era más simple.

Oliver Quick, el protagonista, llega a Oxford posiblemente con excelentes condiciones académicas pero nulas posibilidades de pasar a formar parte del entorno social que lidera la universidad, ese ecosistema que parece orbitar alrededor de Félix, un joven aristócrata con un nivel muy bajo de responsabilidad. Poco a poco, Oliver conseguirá sin embargo algo parecido a convertirse en un amigo inseparable del ídolo, hasta el punto de ser invitado a pasar el verano con él y su excéntrica familia. 

Fennel nos propone su versión perversa de Retorno a Brisehead ( cuyo autor, creo recordar, se cita en algún momento ). Lo hace exagerando en algún momento las situaciones con lo que consigue por nuestra parte reacciones muy epidérmicas, pero también atreviéndose a moverse en la ambiguedad de la fascinación.

Como he dicho antes, la directora arriesga, y con ello nos sitúa en una posición de continua incomodidad pero también en un lugar sorprendente cuyo significado no terminamos de conocer hasta el final, ese viaje al horror que culmina con una profanación a ritmo de música pop. 

Es difícil pensar que podemos empatizar con ciertos personajes. Difícil en algún momento aceptar ciertos excesos por los que, más la escritora que la directora se deja llevar. Pero finalmente, como en su obra anterior, el resultado es eficaz. Dolorosamente eficaz. Y, de nuevo, nos lleva a una reflexión que ya he hecho aquí hablando de películas muy diferentes: parece que se ha terminado el tiempo de la resignación.

Público

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